• Urge plantear una salida al conflicto que no sea por la vía intervención, aseveró el investigador Mario Rafael Vázquez Olivera
  • Hay violaciones de derechos humanos y civiles que deben ser atendidas como tema de corresponsabilidad regional, afirmó la académica Ismene Ithaí Bras

El riesgo de que Daniel Ortega resulte vencedor en las elecciones presidenciales de Nicaragua, en noviembre próximo, no es que estallen connatos de violencia en ese país, sino que la comunidad internacional no reconozca su victoria y se agrave la crisis interna, afirmó el académico del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM, Mario Rafael Vázquez Olivera.

“El problema con las elecciones es fundamentalmente que sí van a tener lugar, desde luego va a ganar Daniel Ortega y va a haber un proceso de autolegitimación; pero si estas elecciones no son validadas por la comunidad internacional, todo apunta a que la crisis se va ahondar aún más, porque estamos hablando de un gobierno que formal o informalmente no sería reconocido por otros países, inclusive puede llevar a determinaciones o posibles sanciones de gobiernos como Estados Unidos o de la Organización de los Estados Americanos (OEA)”, aseveró .

El experto en Guerra civil y cambio político en Centroamérica en el siglo XX urgió a plantear una ruta para superar el conflicto alejada  de la intervención del país o las sanciones y procure “que sean los propios nicaragüenses quienes encuentren una solución a esta crisis”.

En la conferencia de medios a distancia “Qué está pasando en Nicaragua” la académica Ismene Ithaí Bras, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), expuso que Ortega -quien permanece en el gobierno a partir de 2007- busca mantenerse mediante unas elecciones en las que sus principales opositores están detenidos e inhabilitados, y existe un sistema político en el cual no hay equilibrio de poderes.

Además, en ese país se han aprobado -de manera exprés- leyes que permiten acciones extrajudiciales en contra de los opositores, incluso que limitan la libertad de expresión. Si bien no hay una guerra civil, sí hay represión, agregó.

En ese sentido, la experta en Relaciones y Negociaciones Internacionales de América Latina y el Caribe explicó: México ha tenido una política exterior de no intervención en problemas de otras naciones, pero en el caso de Nicaragua debería jugar un papel más activo, mostrar mayor preocupación porque se respeten los derechos humanos y civiles de la oposición y de la sociedad en general.

“El papel de la diplomacia tiene que ser muy cauteloso, pero sí se requiere. Desde una visión cosmopolita, sí se debe considerar desde una corresponsabilidad (…) porque no es un tema de una guerra civil, pero sí de violaciones de derechos humanos y civiles, y creo que hay una corresponsabilidad regional”, expresó.

En tanto, Vázquez Olivera manifestó que el gobierno mexicano no debe involucrarse más allá de ofrecerse como facilitador en algún tipo de diálogo, y a petición del gobierno de Nicaragua. “Ir más allá de eso le complicaría el escenario en muchos sentidos; recordemos que una representación de la oposición en México ha ido a Washington, ante la OEA, a denunciar presuntas violaciones a sus derechos humanos”.

Ismene Ithaí Bras destacó el papel que los universitarios han tenido en Nicaragua como mediadores y a favor de la defensa de las garantías inalienables; se han manifestado porque en el país exista balance de poderes, respeto al derecho al voto y aunque se han organizado en colectivos el impacto de sus acciones se verá a largo plazo, cuando se consoliden como una sociedad civil más fuerte.

¿Pantomima de elecciones?

Vázquez Olivera expuso que las próximas elecciones son un punto de quiebre en el gobierno del exguerrillero Daniel Ortega, quien mantiene confrontación desgastante con sus opositores, ya sean partidos políticos, críticos del gobierno, organizaciones no gubernamentales y hasta la Iglesia.

En las boletas electorales, agregó, aparecerán sólo Ortega y el excombatiente de la denominada “Contra” sandinista, Oscar Sobalvarro, como las opciones para la presidencia. Esta última candidatura es vista como “comparsa”. “Es una elección con resultado anunciado de antemano”, añadió el experto universitario.

Con él coincidió Ithaí Bras quien dijo que la elección con dos candidatos en la boleta parece ser una pantomima.