Los doctores Sergio Rosales Mendoza, Mauricio Comas García y Omar González Ortega, investigadores universitarios adscritos al Centro de Investigación en Ciencias de la Salud y Biomedicina (CICSAB) informaron que ya se cuenta con la plataforma de producción de la vacuna contra el SARS-COV2 de la UASLP.
Los investigadores informaron que la vacuna que se está desarrollando en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, está basada en proteínas; “nosotros hemos diseñado una proteína que es propiedad ya de la Universidad, donde ya somos capaces de producir en un sistema estandarizado. Básicamente estas bacterias se propagan en un bioreactor y después se purifica la proteína a partir de las bacterias, y esa es la base tecnológica para el desarrollo de la vacuna”.
Indicaron que lo que sigue es la etapa que será financiada por Conacyt y consiste en evaluar esa proteína en un biomodelo, “es decir, en ratones de laboratorio que nos permitirá evaluar la efectividad a ese nivel”.
El doctor Sergio Rosales Mendoza señaló que Conacyt los está apoyando con el financiamiento desde el año 2020, “lo que tenemos en puerta es un tercer apoyo para este año 2022, que en la medida que el desarrollo avance seguirá financiando. Y no sólo a nivel de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; tenemos que ser conscientes de que el desarrollo de la vacuna tendrá que cruzar esa frontera de nuestra institución, ya que cuando se llega a la etapa clínica, ésta se tiene que llevar a cabo en una institución hospitalaria”.
El doctor Omar González Ortega, dijo también que de poder cristalizar este proyecto y llevarlo a la etapa de producción, “se tendría esa flexibilidad de estar cambiando de acuerdo a las variantes que tengamos en el país en cada temporada cuando se tenga que aplicar la vacuna”.
Expresaron que el camino es prolongado ya que se continúan implementando instalaciones y procesos que no se tenían dentro de la Institución, “por lo que el panorama actual es que, a finales del presente año, podamos concluir la etapa preclínica de evaluación en animales y poder proponer el inicio de ensayos clínicos para el 2023, y estaríamos hablando del 2024 como un año donde se podría tener ya un producto comercializable”.
Sobre el impacto social de esta vacuna, fue el doctor Mauricio Comas quién indicó que este virus llegó para quedarse, “por lo que es muy probable, que al igual que con la Influenza, necesitemos que cada seis meses o cada año, tengamos vacunas de refuerzo. Y lo primero que debemos de tener es independencia como país de poder generar las vacunas, porque al final del día, nos llegan las vacunas que sobran y que podamos comprar”.
Y agregó: “Las variantes que circulan en México, no tienen por qué ser las mismas variantes en las que las grandes farmacéuticas estén interesadas, y algo que hemos hecho durante este proceso es el adaptar la vacuna a las diferentes variantes, y esto lo podemos hacer con relativa rapidez, gracias a los programas de vigilancia epidemiológica que tenemos del Consorcio Covid de la UNAM, podemos saber casi en tiempo real, cuáles son las variantes que hay en México”.