Si en México o Argentina los mercados internos son atractivos, los inversionistas van a arriesgar sus recursos, que es lo que hoy necesitan las economías, y para ello se requiere más inversión pública, consideró el profesor de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, Roberto Valencia Arriaga.
Ahí está la gran tarea pendiente para nuestro gobierno: que los empresarios arriesguen sus recursos en nuestro país y generen mayor gasto que, a su vez, detone más empleo con mejores remuneraciones, precisó.
El universitario señaló que las economías del mundo están sujetas a la evolución de la pandemia. “La variante ómicron fue más contagiosa y tuvo sus impactos”. Ahora se suma el conflicto Rusia-Ucrania para complicar la situación a futuro.
El especialista recalcó que Argentina pasa por una situación complicada. Si bien en 2021 tuvo una recuperación importante, con una tasa de crecimiento de poco más de 10 por ciento (después de haber caído casi los mismos puntos porcentuales debido a la emergencia sanitaria), no es suficiente.
Uno de los problemas graves que enfrenta es la inflación, con tasas de más de 50 por ciento (cuando en México es de 7.28 por ciento), pero también enfrenta la falta de reservas internacionales.
Esa nación tenía que asumir un compromiso de poco más de 19 mil millones de dólares este año, por la deuda que contrató con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y un monto similar en 2023; no obstante, tiene reservas por aproximadamente 37 mil millones de dólares, por lo cual no puede pagar en el corto plazo.
Por ello, señaló Roberto Valencia, hay un preacuerdo con ese organismo internacional para refinanciar la deuda; el documento está en el Congreso argentino, en espera de aprobación.
De acuerdo con el especialista, el escenario más grave para Argentina y la economía global hubiera sido la moratoria porque implicaría la suspensión de pago al FMI, con consecuencias como la pérdida de confianza y la salida de recursos que podría afectar al tipo de cambio en aquella nación, lo cual se traduciría en efectos inflacionarios.
Un escenario de mora también impactaría a otros países, como México, pues los inversionistas podrían interpretarlo como un signo de alto riesgo, abriendo la puerta a que otras naciones dejen de pagar, aunque no sea así, pero los mercados financieros se mueven por expectativas, y una situación como esta causa posibilidades negativas.
Y la respuesta automática que suele darse en escenarios de este tipo es la salida de capitales de economías en desarrollo, para refugiarse en las naciones financieramente fuertes como Estados Unidos.
La negociación entre el FMI y Argentina ampliaría el plazo para que cumpla con sus compromisos; pero a cambio se le pide una serie de condiciones, como la reducción de su déficit público -que ahora está en aproximadamente tres por ciento-, hasta llegar a 0.9 por ciento en 2024.
También se le solicita que limite la emisión monetaria, se reduzcan los subsidios a la energía, combata la inflación y busque mayor acumulación de reservas para hacer frente a la deuda que adquirió en 2018.
Empero, pasarán no menos de 10 años para que esa economía alcance una tasa de inflación de un dígito. Se trata de una condición que no se resuelve de un año a otro, porque es resultado de una circunstancia estructural que demanda esfuerzos del Estado, los empresarios y trabajadores para contener dicha variable, abundó el académico.
El FMI, consciente del panorama internacional, ha tomado en consideración las variables para la renegociación con Argentina. A diferencia de otros países, como Grecia o Portugal, donde se solicitaron reformas en el mercado laboral, “acá no piden cambios tan radicales, sino lo mínimo; no están siendo tan rigurosos”, consideró.
En materia de comercio internacional, recordó Valencia Arriaga, la relación entre Argentina y México es mínima: “nuestras exportaciones e importaciones son poco menos de 0.20 por ciento, y lo que está ocurriendo en esa nación termina afectándonos poco. Lo que sí nos impactaría serían los mercados financieros en caso de la moratoria”.
Ese país del sur del continente impulsa una serie de programas y apoyos durante la pandemia que ayudan a mantener a flote su economía, el gasto y el consumo, lo cual se manifestó en el crecimiento de más de 10 por ciento el año pasado.
No obstante, también hay exportaciones que tienen que pagar una especie de “impuesto”, esto es un desincentivo a las empresas que quieran vender sus productos en el extranjero; eliminar ese pago podría traer una serie de beneficios o atractivos fiscales para que las compañías generen mayor inversión y empleos, y se beneficie a la población en general.
Habría que apostar por una política donde se refuerce el mercado interno y se creen las condiciones para atraer inversiones; además, el FMI debería considerar que no sea en tres, sino en seis o 10 años cuando esa nación logre alcanzar condiciones favorables que le permitan hacer frente a sus compromisos y la estabilidad macroeconómica. Por ahora, la condición económica es delicada, aseveró Valencia Arriaga.
El universitario expuso que reforzar el mercado interno es un pendiente de varios países “que apostamos a un modelo de exportaciones como estrategia de crecimiento; pero la evidencia deja en claro que eso favorece solo a unas ramas de la economía y tiene efectos focalizados; en México, por ejemplo, el sur no se ha visto beneficiado por este modelo, a diferencia de entidades como Puebla y Querétaro, y otras del norte”.
Para enfrentar crisis como la actual, “si llega a fallar uno de los motores del crecimiento (externo), es importante que esté vigente otro, el interno, para que no se detenga toda la economía”, argumentó.
En México, destacó Roberto Valencia, se realiza una serie de cambios en el ámbito laboral y esto favorece a la población; ese es el caso del incremento al salario mínimo, que ayuda a recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores y presiona para que aumenten las llamadas remuneraciones medias.
Otra acción a favor es la eliminación del outsourcing que dañaba al trabajador al situarlo en situación de incertidumbre laboral, y en algunos casos sin prestaciones. “Se creía que tales medidas provocarían inflación y desempleo, pero eso no han ocurrido; la inflación que vivimos viene de fuera, mientras se ha alcanzado la generación de empleos formales en un mes más alta de la historia, durante febrero”, concluyó.