En 2020, durante el confinamiento provocado por la pandemia de la COVID-19, el peso mexicano se depreció frente al dólar y el tipo de cambio llegó casi a 26 pesos. Actualmente registra una apreciación o aumento de su precio que lo ubica entre 19.40 y 19.60 pesos frente a la moneda estadounidense, a pesar del nulo crecimiento económico.
Este fortalecimiento ayudará a reducir las presiones inflacionarias que enfrenta nuestra economía, pero no las resolverá. No se sabe cuánto tiempo durará ni tampoco se puede considerar un triunfo de la política económica de México, afirmó el fundador y coordinador del Centro de Modelística y Pronósticos Económicos de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, Eduardo Loría Díaz de Guzmán.
Para el experto del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, Moritz Alberto Cruz Blanco, el crecimiento de la inversión extranjera en nuestro país -que en el primer trimestre del año alcanzó 20 mil millones de dólares-, y el flujo cuantioso de remesas –de aproximadamente 50 mil millones de dólares en 2021– son factores que ayudan a apreciar al peso frente al dólar; además, al haber una inusual cantidad de divisas, el precio de estas cae.
“Lo que hemos visto desde el 2020 es que han llegado muchas remesas, inversión extranjera directa, que las exportaciones han crecido y son también ingreso de divisas. A partir del primer trimestre del 2020 ha habido una tendencia hacia la depreciación (del dólar), ha fluctuado en los 20 pesos y ahora ha bajado de ese techo, de allí que se dé este nombre del ‘súper peso’”, expresó.
Al proseguir, Loría Díaz de Guzmán explicó que la apreciación de aproximadamente 4.7 por ciento respecto al dólar, se debe a múltiples factores: aumento de las exportaciones petroleras por diversos conflictos políticos como el de Rusia y Ucrania, incremento de la demanda mundial del energético por la recuperación de las economías, así como el debilitamiento del dólar respecto al euro y otras monedas.
También se suma el crecimiento de las exportaciones manufactureras nacionales y el ingreso significativo de remesas al país. “Tenemos más dólares en nuestra economía, entran más de los que salen, y el tipo de cambio es flexible”, agregó el coordinador de la Especialización en Econometría Aplicada de la FE de la UNAM.
“¿Cuánto puede durar? Nadie lo sabe. Es decir, una mala noticia, un incremento de la tasa de interés en Estados Unidos podría hacer que los capitales se muevan rápidamente y tuviéramos una depreciación; cómo evolucione el conflicto en Ucrania, cuánto pueda durar; qué pasará con la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN y la respuesta rusa, son algunas de las muchas variables en juego y en combinación en estos momentos”, insistió.
Abaratar importaciones
El doctor en Economía expuso que el fortalecimiento de nuestra moneda beneficia al país, pues además de reducir las presiones inflacionarias abarata las importaciones. Esto último es relevante, pues la economía mexicana importa alimentos, bienes intermedios para exportar manufacturas, maquinaria, equipo y bienes de consumo.
“Una apreciación del peso es muy buena porque reduce las presiones inflacionarias que venimos sufriendo desde hace un año. La atenúa, pero no la resuelve. Esperemos que esta tendencia sea un factor significativo de contención inflacionaria en los próximos meses y no siga creciendo hacia el ocho o nueve por ciento”, indicó.
El desempeño del peso mexicano también puede ser un elemento que atraiga inversiones extranjeras, y más en el escenario del conflicto comercial entre Estados Unidos y China, explicó Loría Díaz de Guzmán.
“Realmente hay una apuesta a que México pueda sustituir cadenas de valor chinas. Pese a que el gobierno federal es muy renuente a la inversión extranjera y que no le gusta la inversión privada. Afortunadamente parece que los inversionistas extranjeros confían más en el ciclo económico mundial”, dijo.
El tema de las inversiones es importante, prosiguió, pues la economía nacional está estancada. Al primer trimestre de 2022 el nivel de producción era equivalente al de 2016, pero con una mayor población, lo cual significa que el producto per cápita por habitante es menor.
“Esta apreciación no es de ninguna manera un triunfo de nuestra política económica. Si no crecemos, no demandamos tantas importaciones y el tipo de cambio no se presiona”, aclaró.
El incremento de remesas, que ubica a México como el segundo país del mundo que más recibe –sólo superado por la India- tampoco se puede considerar un logro. Este flujo de dinero representa casi el seis por ciento del producto interno bruto y ha permitido mantener el consumo doméstico, que la economía no caiga más y el peso se aprecie. “Si no tuviéramos esa cantidad de dólares, seguramente el tipo de cambio estaría arriba de los 22, 23 pesos”, enfatizó.
Rendimiento y seguridad.
De acuerdo con Moritz Alberto Cruz, el fortalecimiento de nuestra moneda también se debe a otras causas como las importantes reservas internacionales del país, de aproximadamente 200 mil millones de dólares, así como a la incertidumbre generada por la guerra entre Rusia y Ucrania, la inflación, la falta de crecimiento a nivel mundial, etcétera.
“Este escenario hace que los inversionistas estén moviendo sus capitales en busca de rendimiento y seguridad, y podría ser un factor de la apreciación del peso, pues llegan a México capitales que ven aquí un buen refugio, con una tasa de interés alta, relativa estabilidad económica y política”, expuso el también director de Problemas del Desarrollo, Revista Latinoamericana de Economía.
El especialista en financiamiento del desarrollo y crecimiento potencial de la economía mexicana detalló que los factores que hacen atractiva a nuestra nación en comparación con China o Brasil, son: su ubicación geográfica, cercanía con el mercado más grande del mundo, bajos costos salariales, fortalecimiento de los tratados comerciales como el T-MEC y estabilidad política, entre otros.
Y aunque el actual gobierno mexicano ha mandado señales duras sobre su poder de negociación frente a capitales privados, hay empresas que están acostumbradas a lidiar con gobiernos más duros y entonces apuestan por la estabilidad política.
Respecto a si la apreciación está relacionada con el hecho de que el gobierno mexicano no incrementó su deuda durante los momentos más críticos de la pandemia para dar apoyos a diferentes sectores, Cruz Blanco consideró que los inversionistas deciden si apuestan por un país al revisar aspectos como su inflación, el tamaño del déficit fiscal y del déficit externo.
“El hecho de que el déficit público no haya crecido tanto pudo haber contribuido a que no salieran tantos capitales; aunque salieron, hubo una sangría importante en 2020 y 2021. Pudo haber contribuido este factor, pero así como salieron también llegaron otros”, acotó.
El buen desempeño del peso frente al dólar, coincidió, tiene efectos positivos como contener la inflación y el abaratamiento de importaciones, pero también puede ocasionar que al hacerse más compras se genere un déficit en la cuenta corriente o en la balanza de pagos.
“Yo creo que lo que vamos a ver, eventualmente, es un ajuste (en el tipo de cambio) y tenemos que estar atentos a cuándo pasará. A veces es muy difícil saber en qué momento los inversionistas van a decidir salir y presionar el tipo de cambio”, aclaró.
Cruz Blanco expresó que la pandemia por la COVID-19 marcó un punto de inflexión sobre cómo se desarrolla la economía a nivel mundial y las decisiones que se toman en política económica. A este escenario se suma la “guerra inesperada” entre Rusia y Ucrania y a la que seguramente se agregarán más movimientos a nivel global, que afectarán a nuestra nación de alguna u otra forma.
“No hay que asustarnos, México tiene muchas herramientas para hacer frente a estos efectos externos”, concluyó el académico del Posgrado de Economía de la UNAM.