Una vez se cruza la puerta de entrada del edificio Fernando Hiriart Balderrama, del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM, en Ciudad Universitaria, se puede apreciar, en el muro que está a la izquierda, la escultura-mural Carta geométrica, de Vicente Rojo, artista plástico, diseñador y editor español nacionalizado mexicano que llegó a nuestro país en 1949.
Rojo diseñó esta obra por encargo de la Fundación ICA para conmemorar el 50 aniversario del mencionado Instituto y fue inaugurada el 31 de agosto de 2007, cuando el rector de la UNAM era Juan Ramón de la Fuente.
“Carta geométrica es una obra significativa dentro de la producción artística que Rojo realizó durante los últimos 25 años del siglo pasado, o sea, cuando recibía encargos de obras públicas”, apunta Cuauhtémoc Medina González, del Instituto de Investigaciones Estéticas y curador en jefe del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).
Lo que propuso Rojo, a decir de Medina González, fue un relieve con una composición relativamente sencilla. Hay cinco niveles que forman una especie de pentagrama. El primero funciona como base y los cuatro restantes, de abajo hacia arriba, muestran tres hileras de 16 rombos, 16 cubos y 16 esferas cada una, y, por último, una de 31 cilindros, que generan un paisaje horizontal.
“Esta obra se ubica a la mitad de un período de transición. Vicente Rojo estaba cerrando el largo tranco de su serie Escenarios y estaba por abrir la serie Escrituras, por lo que se percibe algo en ella que podría pertenecer a cualquiera de esos dos momentos de su producción artística”, agrega el investigador universitario.
Diseño premeditado
Un año antes, en 2006, Rojo hizo una pintura y una serigrafía (esta última la editó el Taller La Siempre Habana) con el mismo título y prácticamente el mismo diseño, y poco tiempo después anunció que usaría el título Carta geográfica para empezar otra serie, cosa que no ocurrió.
Al respecto, Medina González comenta: “Mientras la serie Escenarios estaba llegando a su fase de cierre, quizá Rojo pensaba que su siguiente periodo de trabajo podría dedicarlo a otra serie conformada por planos y mapas geométricos, pero eventualmente la serie Escrituras reemplazó esta idea.”
Por lo que se refiere al título, Carta geométrica, cabe señalar que se les daba a todos aquellos mapas europeos antiguos que tenían medidas científicas.
“Hay uno muy importante de Galicia, de 1834; sin embargo, resulta difícil saber si Rojo tenía ese referente topográfico en la cabeza cuando concibió Carta geométrica o es una mera coincidencia. Ahora bien, a diferencia de su pintura, en la que aplicaba un método de destrucción y construcción, de ensayo y error, esta obra fue claramente hecha a partir de un diseño premeditado.”
Espíritu de modernidad
De acuerdo con el investigador, cuando fue inaugurada en el Centro Nacional de las Artes en el año 2000, Rojo definió su obra Escenario abierto como un antimural, porque él no quería cargar con las implicaciones que en la cultura mexicana tiene el muralismo, al cual, sin duda, consideraba un referente, pero un negativo por la manera en que produjo una serie de hipótesis más bien autoritarias y problemáticas en relación con el papel del artista.
“Por eso, al inicio de su carrera, Rojo marcó distancia con el muralismo y trato de hacer una obra mural que no respondiera a ninguna expectativa muralista, no sólo porque era un artista abstracto que rechazaba los contenidos ideologizados y propagandísticos, y la promoción de una identidad retórica, sino también porque esperaba que esa clase de objetos pasara a formar parte de la arquitectura, en lugar de ser algo así como un añadido argumental”, afirma.
Las obras públicas de Rojo carecen de un sentido de personalidad y de cualquier tipo de expresión. Carta geométrica no fue la excepción. De ahí que la haya planteado desde el anonimato (no tiene firma), con la esperanza de que se integrara a su espacio.
“Aunque Carta geométrica está adosada, sin mucha gracia, a un espacio arquitectónico bastante sencillo, de tránsito, como lo es la entrada al edificio principal del Instituto de Ingeniería de la UNAM, encarna un espíritu de modernidad y una técnica elevada”, indica Medina González.