A 21 años del ataque terrorista a diversos blancos en Estados Unidos, en especial a las torres gemelas, en Nueva York, los países vinculados a los grupos extremistas dejaron de ser los principales enemigos de esta nación. Actualmente la “guerra” se centra en el ámbito comercial; para la unión americana, China se constituyó en un riesgo debido al grado de dependencia con esta.
“Una guerra económica no cuesta tanto en términos materiales ni en términos de vida con los soldados, no se ve tan costosa para el contribuyente, que son las personas que trabajan todos los días para pagar los impuestos”, asegura la investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM (CISAN) Estefanía Cruz Lera.
Luego del atentado ocurrido el 11 de septiembre de 2001, el entonces presidente de EUA, George W. Bush, instauró la “Doctrina Bush”, la cual, explica la universitaria, establece que esta nación estaría en contra de aquellos países que protegieran a grupos terroristas.
Además, mantuvo esa política exterior que propició costos excesivos en la guerra de Afganistán e Irak, una de las razones por las cuales Estados Unidos entró nuevamente en una crisis económica grave, como la de 1929.
Con el fin de transformar esta doctrina política, un grupo de neoconservadores creó “El Nuevo Siglo Americano”, que constataba el comienzo de paz con el Medio Oriente y la nueva visión de EUA hacia el pacífico.
“El documento se conjuga con el hecho de que surgen países del sudeste asiático que están despegando económicamente, y China empieza a aumentar a gran escala su poder económico volviéndose la gran fábrica del mundo”, abunda Cruz Lera.
Con el auge comercial y tecnológico de la nación oriental, incrementó sus lazos con este país al grado de tener una gran dependencia económica en las cadenas productivas, además de conservar, a la fecha, la deuda con el Banco Central Chino. Los recientes ataques que ha recibido Taiwán por parte de las milicias chinas, han agitado la relación que EUA mantiene con los países asiáticos.
“Lo que le preocupa a Estados Unidos es la dependencia del mercado con los microchips, básicamente todo lo que consumimos: vehículos, celulares, aparatos con microchips, y es ahí donde surge la subordinación con la producción de este tipo de tecnología por parte de China”, argumenta la experta.
El gobierno estadounidense –agrega– tendrá la decisión de evitar intervenciones bélicas, si lo que busca es defender su sistema político y la democracia, ante el inminente crecimiento político de China.
Cambio social.
Después del llamado 9/11, la sociedad estadounidense se ha vuelto más crítica sobre las intervenciones militares y policiacas de su país, lo que propicia un cambio radical de ideología y de conceptos en relación con la guerra. Las nuevas generaciones buscan invertir más en el desarrollo humano.
Aunque se habla de la posible tercera guerra mundial, Estados Unidos mantiene una posición neutral ante los conflictos internacionales. El cambio social que vive ayuda a que se frene este estallido de guerra. “Las generaciones contemporáneas, los millennials, buscan la justicia social y la igualdad”, asevera Cruz Loera.
Los jóvenes estadounidenses fomentan en su país un cambio social que va desde la erradicación de la homofobia hasta la nula intervención de la nación en nuevos conflictos bélicos.
Y añade: “el cambio en la concepción de hasta qué punto estarían dispuestos a volver a una guerra tradicional (una confrontación militar) es la clave para entender el cambio del enemigo”.
La unión nacional –prosigue– es uno de los efectos destacables en la sociedad norteamericana después de vivir un ataque terrorista; a pesar de las recesiones económicas, el país vislumbra una gran evolución.
“La crisis financiera del 2008 fue lo que distrajo a los gobiernos de aquellos conflictos, disminuyendo en gran medida la violencia, y ahora con la pandemia el mundo se redirige, lo que mejor se conoce como un nuevo comienzo”, concluye Estefanía Cruz.