El reto de la política económica después de la crisis sanitaria será lograr un crecimiento sostenido con estabilidad monetaria y macroeconómica, donde sea visible un destino hacia la inversión para generar ingreso. No obstante, los efectos económicos y financieros de la pandemia por la COVID-19 parecen ser persistentes, junto con el aspecto negativo de la inflación con estancamiento de la actividad productiva, coincidieron en señalar especialistas.

 

Durante el XVIII Seminario de Política Fiscal y Financiera, que llevó por tema Estabilidad monetaria vs. política contracíclica, su coordinador, Ernesto Bravo Benítez, refirió: la globalización, si bien ayuda en términos de la dinamización del crecimiento económico, también tiende a difundir crisis de carácter sistémico o global, “y si no tenemos los instrumentos bien alineados y la fortaleza institucional para afrontarlos, nos afecta de manera importante”.

 

Ese es el caso de la inflación que escapa al control de las autoridades nacionales, porque en gran medida es importada, la cual se quiere afrontar con instrumentos monetarios, agregó en el encuentro organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

 

Esperamos, abundó, que no se acaben eclipsando entre sí la política fiscal contracíclica y la política monetaria procíclica, y que haya un crecimiento que permita, por lo menos, recuperar lo perdido en 2020 cuando se registró una caída de 8.2 por ciento. Si el crecimiento en 2022 es de aproximadamente dos por ciento, “ni siquiera este año podremos regresar al nivel de desempeño económico que teníamos antes de la pandemia”.

 

En la mesa Contradicción de instrumentos de política económica, la  investigadora del IIEc y también coordinadora del Seminario, María Irma Manrique Campos, apuntó que la caída reciente de la actividad económica en nuestro país tiene como componente esencial la pandemia de la COVID-19, pero “le antecede una tendencia de más de 30 años de crecimiento mediocre, sacrificado a cambio del control de precios”.

 

La actividad económica de 2018 a 2022 relajó su dinámica agudizada; en este lapso las actividades primarias han logrado un crecimiento ponderado medio de 4.4 por ciento; no obstante, esto es contrarrestado por la fuerte caída de las secundarias, en menos 1.3; y terciarias, menos 1.8 por ciento.

 

El perfil de la política monetaria gestiona liquidez para las operaciones monetarias y financieras, pero no liga este interés a favorecer el fondeo de las actividades productivas, ni propone algo para estimular el consumo final de los hogares, señaló Manrique Campos.

 

La experta mencionó que es evidente la orientación ortodoxa de la política monetaria de garantizar la estabilidad de flujos monetarios y financieros; por tanto, escapa a su gestión la posibilidad de habilitar la liquidez para impulsar un contexto de crecimiento sostenido de la economía.

 

En su participación, la profesora de posgrado en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la UNAM, Ericka Judith Arias Guzmán, dijo que el Banco de México busca la estabilidad del tipo de cambio nominal y la de precios. “Si analizamos el comportamiento de variables monetarias tenemos que, tanto la inflación como el tipo de cambio, llevan una tendencia similar”. En este sexenio, donde se vislumbraba un cambio de política monetaria, no ha habido tal.

 

Varios autores argumentan que no hay que tenerle miedo al proceso inflacionario; “el gran problema es no crecer”. Cuando hay crecimiento se genera un círculo virtuoso que origina un ingreso mayor, aclaró la experta.

 

En esta administración tenemos el mismo esquema de endeudarnos para mantener la estabilidad cambiaria y no generar inflación. “El costo financiero de la deuda ha crecido considerablemente y el gasto de capital ha disminuido”.

 

“Se ha satanizado la deuda, pero si nos endeudamos para invertir se generarían recursos para ser sostenibles en el corto, mediano y largo plazos”, consideró Arias Guzmán.

 

Nueva gestión pública

 

En la conferencia El sistema de evaluación del desempeño para el mejoramiento de políticas públicas. El caso de la evaluación del gasto federalizado en México, Constantino Pérez Morales, Francisco Isidro Aguilar y Juan Manuel León Rivas, integrantes de la Auditoria Superior de la Federación, señalaron:

 

Si el gasto público se constituye en un instrumento para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, al atender un problema o necesidad, y en un contexto en el que exigen a los gobiernos más y mejores resultados, es indispensable que los programas gubernamentales se orienten a resultados, en particular cuando se agudiza la escasez de recursos.

 

En México se ha implementado un modelo de administración para la optimización de los recursos públicos denominado nueva gestión pública; uno de sus pilares es el seguimiento y evaluación.

 

Sin embargo, reconocieron que en algunas entidades federativas los resultados de las evaluaciones continúan como un factor que no se toma en consideración para vincularlos con la gestión de los recursos federales transferidos. “Hay poco avance en la implementación y seguimiento de los aspectos susceptibles de mejora y en la atención de las recomendaciones derivadas de las mismas”. Así ocurre, pese a que tomar en cuenta los resultados es un insumo que permite mejorar la política pública.

 

En la inauguración del Seminario, el secretario académico del IIEc, José Manuel Márquez Estrada, recordó que esta es la décimo octava ocasión en que se realiza el encuentro, uno de los más sólidos de la entidad, con conocimiento acumulado y de vanguardia, donde se abordan temas en boga.

 

Esta discusión es importante porque marca hasta dónde pueden llegar a funcionar las políticas o no; los análisis nos ayudarán a establecer mejores condiciones para el crecimiento, concluyó.