El llamado superpeso tiene un efecto altamente positivo para la economía, especialmente para las empresas que importan insumos de otros países; sin embargo, existen factores como la posible recesión en Estados Unidos, el comportamiento de las remesas o el alza en las tasas de interés que pueden afectarlo en el mediano y largo plazos, coincidieron especialistas del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

Eufemia Basilio Morales y José Manuel Márquez Estrada explicaron durante la conferencia de prensa a distancia “¿Qué viene para la economía mexicana?”, que la actual valoración de nuestra moneda ante el dólar o el euro tiene un impacto directo en la economía que debe aprovecharse. Sin embargo, hay que estar conscientes que no durará, a menos que se fortalezca la economía interna, especialmente el comercio.

Los investigadores universitarios señalaron que la apreciación del peso se deriva de múltiples factores relacionados con la política mexicana, como las restricciones del gobierno, la contracción del gasto y no incrementar la deuda durante el periodo más difícil de la COVID-19, pero no implica que el efecto durará a largo plazo.

Un superpeso no es sinónimo de “mejores condiciones para la economía. En la coyuntura nos ha ayudado, pero este tipo de cambio no es sostenible. Tampoco sería tan deseable que se apreciara más el peso porque se encarecerían mucho las exportaciones mexicanas. Mantener un tipo de cambio fuerte a costa de mantener un crecimiento económico bajo no es negocio, la idea sería aprovechar esta coyuntura y procurar buscar mejores condiciones para hacer que este fenómeno tenga frutos en el mediano y largo plazos”, puntualizó Márquez Estrada.

El especialista en análisis macroeconómico agregó que de las cuatro monedas que se han apreciado ante el dólar (el rublo de Rusia, el real de Brasil y el sol de Perú), el peso mexicano tiene el mejor rendimiento, pues actualmente se cotiza en 18.12 pesos por cada dólar.

El investigador recordó que en 2020 nuestra moneda rebasó los 25 pesos frente a la estadounidense, la cual ha venido en caída, por lo que la tendencia del superpeso se puede revertir en cualquier momento.

Entre las acciones que llevaron a fortalecer la nuestra, precisó, está el hecho de que ante emergencia sanitaria el gobierno mexicano no se endeudó, como ocurrió con otras naciones. A esto se suman las ganancias que obtienen las empresas y las nuevas inversiones en la industria automotriz, la cuales hacen más atractivo al país para que tenga el flujo de capital, convinieron los universitarios.

Eufemia Basilio Morales comentó que el superpeso también trae consigo factores negativos, pues encarecerá las exportaciones manufactureras y agroalimentarias. Es decir, los precios de productos que salen de nuestra nación cuyos márgenes de ganancia se ven limitados.

Precisó que a lo anterior se suma el hecho de que cuando se convierten las remesas a pesos mexicanos su valor es menor, es decir, aunque se incremente la cantidad de dinero enviado al país desde el extranjero, al momento de transformarlo a la moneda local los ingresos no son elevados. Si las remesas aumentan es porque mayor número de personas sale en busca de oportunidades laborales.

La especialista en estudios hacendarios y del sector público manifestó que pensar que el superpeso genera una derrama positiva para la economía de las personas no es del todo correcto, pues al interior de la economía continúa la inflación, las familias no tienen ingreso suficiente para adquirir los bienes de la canasta básica o se enfrenta el desempleo.

“Es lo preocupante. Por un lado, a nivel externo aparentaríamos que estamos bien. El problema es lo que ocurra dentro de la economía, como el nivel alto de precios, la falta de crecimiento, el aumento de pobreza, todo lo que ocurre en la economía interna. Por eso hay que tomarlo con cautela y quizá bajen algunos precios, pero será paulatino y solo si el peso se mantiene en su nivel actual”, refirió Basilio Morales.