El origen de la vida en la Tierra ha sido una incógnita que se ha tratado de explicar a través de los tiempos. Desde el Creacionismo, hasta las ideas sustentadas en ciencia como la de Oparin, el experimento de Miller, las microesferas de Fox o la Panspermia.

Esa última nació a finales del siglo XIX y dicta que los elementos orgánicos necesarios para la vida pudieron venir del espacio y ser transportados a la Tierra por meteoritos, los cuales soltaron microorganismos vivos y esporas que encontraron en los mares terrestres las condiciones adecuadas para evolucionar.

Científicos japoneses publicaron el pasado 21 de marzo un estudio (https://bit.ly/40uACFi) en el que aseguran haber encontrado uracilo, molécula clave para la vida, en muestras tomadas del asteroide Ryugu.

La más antigua y pura a la que se ha tenido acceso

Ryugu es un asteroide de unos 900 metros de diámetro que orbita entre Marte y la Tierra, a unos 100,000 kilómetros de nuestro planeta, y es tan viejo como los orígenes del sistema solar, hace unos 4,500 millones de años.

Eso es muy importante para los científicos, pues por primera vez se logra obtener una muestra prístina de un meteorito, es decir, se trata de material extraterrestre sin exposición descontrolada a la atmósfera ni a la biósfera de la Tierra, lo cual evita que se contamine con material orgánico en nuestro planeta.

Los 5.4 gramos que se analizaron fueron recolectados por la nave espacial Hayabusa 2, la cual viajó directamente al asteroide Ryugu y, mediante una explosión controlada, recolectó material suficiente del interior del planetoide para realizar los análisis.

Hayabusa 2 fue lanzada en diciembre de 2014; seis años después, una cápsula con las muestras recolectadas por la sonda japonesa aterrizó al sur de Australia.

Para los investigadores del Laboratorio de Astrobiología de la UNAM, Patricia Núñez y Roberto Vázquez Meza, se trata de un gran avance, pues es la muestra más pura y antigua a la que se ha tenido acceso en toda la historia. Vázquez Meza, responsable del laboratorio, comenta: “Ya se habían encontrado otro tipo de moléculas orgánicas en meteoritos; no obstante, siempre quedaba duda porque eran cuerpos encontrados muchísimos años después de haber caído en la Tierra, que se pudieron contaminar por la presencia de vida en el planeta”.

Sobre la toma que hizo Hayabusa, señala: “En este caso se está yendo directamente al meteorito. Se extrajeron muestras en dos zonas, una cerca de la superficie y otra de un cráter que se realizó a propósito; es decir, se hizo un cráter de aproximadamente 10 metros para extraer materia de una zona más interna. Las muestras fueron encapsuladas allí en el espacio y se trajeron a la Tierra para analizarlas. La probabilidad de contaminación queda eliminada con este procedimiento. Es superimportante porque hay muchas teorías sobre el origen de la vida, y una de ellas es que los ingredientes necesarios para la vida llegaron del espacio y aquí había condiciones para que esos ingredientes ayudaran a que se diera la vida”.

Patricia Núñez explica lo que se halló al analizar las muestras: “Se encontró uracilo, una de las cuatro bases nitrogenadas necesarias para la vida, es una molécula que se encuentra en el ARN (ácido ribonucleico) y está presente en nuestras células, las de los seres vivos; es algo muy importante que suma a todos los pequeños rompecabezas que hemos descubierto paulatinamente para entender el origen de la vida en la Tierra, y cómo podríamos encontrar vida en otros planetas también”.

Vázquez Meza comenta que lo que se hizo con los 5.4 gramos recolectados en Ryugu fue “analizar la muestra, que aunque fue poca, resultó suficiente para calentarla, viralizarla y ponerla en un espectrómetro para ver el contenido tanto de la muestra exterior (la de la superficie), como de la interior (la extraída del cráter). Se vio que en la muestra interna había más material orgánico. Es importante que la muestra traía esa base nitrogenada que vino a la Tierra. Allí podemos pensar que parte del ADN vino de fuera, de moléculas que ya estaban formadas y vinieron a la Tierra. Es una muestra prístina, es decir, que no fue tocada por nada y vino directo del asteroide”.

En otros planetas

Este hallazgo también abona a pensar que puede haber vida en otros planetas. Núñez abunda: “Estos asteroides están flotando en el espacio, llegan a otro lugar, a otro planeta que tenga las condiciones semejantes a las de la Tierra, y hay más probabilidad que haya otro planeta con vida muy semejante a la nuestra. No me refiero a que sean como nosotros, sino que sea vida unicelular, porque tenemos la misma química, y esta química se encuentra en los asteroides; son las mismas moléculas. No hay otra química diferente, no la hemos encontrado hasta ahorita. Entonces lo más probable es que los primeros seres unicelulares sean exactamente iguales a los seres unicelulares de aquí, de la Tierra”.

Por su parte, Roberto Vázquez Meza apunta: “Considero que debe haber mucha más vida de la que pensamos. Hace sólo 30 años, no sabíamos de más planetas fuera del sistema solar. Pensábamos que había, pero no lo habíamos comprobado. Ahora llevamos más de 5 mil planetas descubiertos fuera del sistema solar. La receta es que casi cualquier estrella que mires en el cielo tiene planetas, al menos uno. Cuando vemos una imagen de nuestra galaxia donde tiene 100,000 o 200,000 millones de estrellas, pues al menos tendría 100,000 o 200,000 millones de planetas. Se habla también de una zona en el entorno galáctico donde tendríamos las estrellas suficientemente evolucionadas como para tener material que nos sirve para hacer la vida, por ejemplo, el Sol: carbono, oxígeno, nitrógeno, fósforo. Esos no son de una primera generación de estrellas. Debes tener al menos dos o tres generaciones de estrellas para tener esos elementos pesados. Si nosotros hubiéramos tenido una estrella original, es decir, que el Sol fuera una estrella de puro hidrógeno, no existiríamos. El Sol fue forzosamente enriquecido con la evolución de estrellas anteriores”.

“Sí creo que debe haber vida fuera de la Tierra y este tipo de resultados (el uracilo encontrado en Ryugu) abona a eso, por supuesto”, añade el investigador.

Astrobiología en la UNAM

El Instituto de Astronomía de la UNAM en Ensenada, Baja California, alberga desde 2017 el laboratorio de investigación dedicado a la Astrobiología, que puede dar cabida a proyectos propios, así como a los de otras dependencias o incluso a instituciones externas, tanto de investigación como docentes. Y hasta la fecha más de 500 estudiantes de licenciatura han tomado el curso Introducción a la Astrobiología, impartido en la Universidad Autónoma de Baja California por Vázquez Meza y Núñez, y varios alumnos de licenciatura hasta posgrado de diversas instituciones nacionales colaboran anualmente con el Laboratorio mediante prácticas, ayudantías, servicio social y tesis.