En urbes como la Ciudad de México, los ciclistas que a diario circulan están de cuatro a cinco veces más expuestos a los contaminantes que los demás ciudadanos, esto puede deberse a que su tasa respiratoria es mayor.
Así lo explicó Patricia Segura Medina, tutora en el Doctorado en Ciencias Biomédicas de la UNAM, adscrita al Departamento de Hiperreactividad Bronquial del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER).
Al participar en la sesión “Movilidad ciclista y sus implicaciones en la salud”, convocada por el Programa Universitario de Estudios de la Ciudad (PUEC) de la Universidad Nacional, indicó que la Organización Mundial de la Salud considera a la contaminación ambiental como la de mayor riesgo para la vida humana.
Lo anterior, prosiguió, debido a gases como el monóxido de carbono, ozono, óxido de nitrógeno, dióxido de azufre, y a orgánicos volátiles y partículas suspendidas (micrométricas) como las PM2.5 y PM10,por ejemplo. Además de aerobiológicos como polen, algas, hongos, bacterias y virus, y de hidrocarburos aromáticos policíclicos: Benceno, Tolueno, entre otros.
Segura Medina dijo que como efectos agudos se pueden presentar casos de asma, infecciones respiratorias, infartos cardiacos, conjuntivitis, sinusitis, dermatitis y disnea. A largo plazo: Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica e infecciones crónicas, entre algunos otros.
Aunado a ello, Patricia Segura subrayó que el ciclista se encuentra expuesto 450 veces más al ruido que otras personas, por lo que podría tener efectos de estrés excesivo.
No obstante, la académica dejó en claro los beneficios de “rodar” para la persona y el medio ambiente: “incrementa la capacidad respiratoria; disminuye los niveles de triglicéridos y colesterol; mejora la salud mental; previene padecimientos cardiacos; favorece la coordinación y evita la acumulación de grasa corporal”.
El ambiente también se beneficia porque no se emiten contaminantes en el aire, tampoco se genera ruido ni calentamiento global; disminuye el tráfico; pueden utilizarse caminos reducidos; y no implica deforestación.
En su oportunidad, Oscar Augusto Peralta Rosales, del Departamento de Ciencias Ambientales del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, presentó parte de un estudio de medición de contaminantes primarios en 2020, en ciclovías de la Ciudad de México.
Refirió que un usuario de bicicleta puede exponerse en la calle hasta 10 veces a la concentración que registran las estaciones de calidad del aire de monóxido de carbono y partículas PM2.5.
“Si se considera una tasa de respiración de 0.5 m3/h (metros cúbicos por hora) una persona que está 60 minutos en una vía pública recibe 300 µg (millonésimos de gramo) de PM2.5 (que contienen 30 µg de carbono negro) más 2.4 mg de monóxido de carbono”, indicó.
De acuerdo con Peralta Rosales las normas ambientales como la NOM-025-SSA1-2014, referente a las PM2.5,indica que el promedio de concentración de partículas no debe exceder 45 µg/m3 en 24 horas.
Recomendaciones
Ambos investigadores coincidieron en que deben separarse lo más posible las zonas de vehículos de tracción humana, con las de autos de combustión.
“Entre más distancia guarde el ciclista del autobús mejora sustancialmente el aire que respira; para estar a salvo del material particulado puede utilizarse el cubrebocas”, puntualizó Patricia Segura.
Lo ideal para evitar la exposición a contaminantes, agregó, sería rodar durante la noche, pero el problema es la visibilización adecuada para evitar accidentes.
Como acciones preventivas durante el día sugirió consultar el índice UV para conocer la intensidad de la radiación ultravioleta. “El horario de mayor radiación solar es de las 10:00 a las 16:00 horas, por lo que se debe proteger la piel, buscar la sombra, usar lentes, ropa de manga larga y filtro solar”, concluyó.