Los eventos extremos de temperatura han ido en aumento en México, y las olas de calor son un ejemplo. La que se vive actualmente en el territorio nacional durará 15 días y, a partir del 1 de julio, podría registrarse otra, informaron científicos del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.

En conferencia de medios a distancia, Graciela Binimelis de Raga, del Grupo de Interacción Micro y Mesoescala, explicó que las ondas de calor, definidas de acuerdo con el estudio de Ernesto Jauregui en 2009, son periodos de tres o más días, con temperatura mayor a 30 grados y una temperatura media mayor de 24 grados centígrados, para el caso de la Ciudad de México.

Con base en dicho estudio que analizó esos fenómenos en la capital del país, desde 1880 hasta 2005, los meses con mayor número de olas de calor son abril y mayo, seguidos por marzo y junio con menor incidencia. En la mayoría de los casos duran de tres a seis días; las de más de 10 días, sólo se han registrado en cinco ocasiones en ese periodo.

La experta puntualizó que su frecuencia por década ha aumentado sistemáticamente. Además, acrecientan su intensidad por factores como baja humedad en el suelo. “Notemos que gran parte del territorio nacional registra sequía severa y extrema”.

Los impactos del fenómeno son en la salud humana, porque se pueden presentar deshidratación y golpes de calor que llegan a ser mortales, sobre todo en infantes y adultos mayores. Se observan también en la agricultura, por daños a los cultivos recién germinados.

Asimismo, detalló, se registran incendios forestales generalizados, “atípicos para la climatología que hemos evaluado”. Mayo ha sido el mes con mayores siniestros de este tipo, y en junio disminuyen; sin embargo, lo que vemos actualmente es que hay más incendios debido a periodos sin lluvia. “Es anómalo”.

Binimelis de Raga expuso que en algunos estudios se ha observado que las ondas de larga duración ocurren después de presentarse los eventos conocidos como El Niño. Es posible que se desarrolle un Niño durante este año, por lo que habría que tomar previsiones para las olas de calor que podrían suscitarse en la primavera del año entrante.

La científica recordó que el cambio climático se relaciona con temperaturas extremas, máximas y mínimas, y en este caso se presenta una tendencia de aumento en varias ciudades del país. 

Además, en las urbes muy pobladas se superpone otro fenómeno, el de isla de calor, resultado de las edificaciones y actividades humanas, y que puede aumentar hasta dos grados la temperatura con respecto a zonas rurales. Las condiciones meteorológicas que conducen a altas temperaturas también pueden resultar en una mayor contaminación por ozono, acotó.

Benjamín Martínez López, del Departamento de Ciencias Atmosféricas, al referirse a las condiciones oceánicas recientes mencionó que la información disponible sugiere que una celda meridional de convección regional podría estar relacionada con las altas presiones persistentes responsables de las olas de calor recientes. 

Dicha celda podría tener su origen en las anomalías de la temperatura superficial del mar localizadas al norte del ecuador, en el Océano Pacífico ecuatorial oriental. “Un hecho parece ser importante: la presencia de aguas más frías de lo normal al oeste de la península de Baja California en el Pacífico oriental”.

En la actualidad es incierto hacer el pronóstico del desarrollo de El Niño este año.  “Hasta la fecha, tiene una magnitud menor que los eventos más intensos de los últimos 41 años, así que no se puede afirmar que estemos ante un evento Niño de intensidad excepcional”.

Víctor Manuel Torres Puente, especialista en meteorología tropical, precisó que un factor que lleva a las olas de calor es la presencia de la llamada fase no-convectiva de la oscilación Madden-Julian.

Se trata de una onda tropical que se propaga hacia el este y que nace en el Océano Índico. Tiene un periodo de 30 a 60 días y un desplazamiento de 14 a 29 kilómetros por hora; es muy grande y se caracteriza por tener áreas de precipitación aumentada y suprimida; cuando está disminuida impide el desarrollo de nubes y precipitación.

Se han tenido valores de nubosidad muy bajos, lo cual se asocia con mayor calor y radiación, y se espera que esas condiciones prevalezcan algunos días. Posteriormente, los modelos meteorológicos sugieren la formación de dos ciclones tropicales en el Caribe occidental que afectaría el sureste mexicano. A partir de julio se podría esperar una nueva ola de calor de similar magnitud, pero, aclaró, este es un pronóstico reservado. Es aventurado afirmar qué podría suceder, pero hay que tomar previsiones.

Los científicos expusieron que modelos estadísticos indican de igual manera la continuación de calor en el país en los próximos 10 a 15 días, sin desarrollo de nubes.