México tiene acuerdos de libre comercio con componentes políticos importantes, como el caso del tratado con Estados Unidos y Canadá en materia de degradación arancelaria o no, así como la reactualización de convenios del vecino país del norte frente a terceras naciones, en donde nuestro país “es un conejillo de indias”, consideró la académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Mariana Aparicio Ramírez.
En la mesa China ante el T-MEC, del Foro Nacional T-MEC: un balance a tres años de su implementación, la especialista universitaria indicó: en la pandemia un gran aliado para nosotros fue China, mientras que la expectativa de Estados Unidos (EUA) de ser socio comercial y político de México se incumplió, porque su política comercial en materia de seguridad nacional es evitar u obligar a los empresarios e industrias estadounidenses a no exportar ningún bien prioritario relacionado con el tema, mientras que el gigante asiático no tuvo esa restricción.
En el encuentro organizado por la Facultad de Economía (FE) de la Universidad Nacional, enfatizó que el país asiático es fuente y origen de inversión, innovación, ciencia, tecnología y de turismo, las oportunidades comerciales son numerosas para México, pero necesita un plan de acción integral a fin de aprovecharlas y potencializarlas en los próximos años.
“Cualquiera que sea el escenario en el periodo pospandemia, la realidad exige mucho, porque cada vez más los aspectos políticos en el comercio y las inversiones son determinantes para generar crecimiento”, señaló.
Ventajas competitivas
Para el académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Raúl Netzahualcoyotzi Luna, la emergencia del país asiático en esta nueva configuración multidimensional o globalización trae aparejada una nueva interacción del comercio, sobre todo la distribución de las ganancias globales para cierta región de América del Norte, Europa y Japón.
“El avance fundamental es que China quiso hacer una apertura comercial, la misma que hizo México; es decir, incorporarse a los organismos internacionales, pero traía un proyecto propio, trataba de desarrollar ventajas competitivas, un cambio drástico en el espacio mismo de acumulación de capital en ese país”, explicó.
En el encuentro híbrido resaltó que su gran potencial está dirigido a un eslabón entre Europa y Asia Pacífico “que tiene que ver con Medio Oriente y Asia Central. El proyecto del gigante asiático no es el mercado norteamericano, sino el ascenso a la construcción de un cinturón económico y una nueva ruta marítima”. Entonces, a partir de que se empieza a hablar de ciertos “focos rojos” en el TLCAN, se da un ascenso dentro de un comercio administrado que no puede negar la entrada de mercancías chinas.
En su participación, Raquel Isamara León de la Rosa, también investigadora de la BUAP, destacó que en México existe una tendencia hacia el nearshoring, aunque es provocada por la relocalización a partir de dos factores clave: el T-MEC con este proceso de renegociación y su implementación; y la evolución de la economía china. “No es que sea una cuestión de ganancias absolutas -lo que pierde China, lo gana México-, sino que también hay una serie de reorganización de estas cadenas”.
Subrayó que nuestro país no puede llegar a desbancar a la nación asiática como potencia manufacturera debido a la propia orientación de la evolución económica de esta, la vinculación entre ambos seguirá, el tema energético se ha mantenido a lo largo de los años y hay un potencial dentro de ello en términos de hidrocarburos a través de los fondos que se han firmado y también de energías limpias por el liderazgo de China a nivel mundial.
En México -continuó- hay mayor especialización hacia el sector automotriz y en el que Alemania, Japón y Corea del Sur seguirán invirtiendo por esta dinámica de operatividad del T-MEC.
En el foro nacional también participaron Samuel Ortiz Velásquez, académico de la Facultad de Economía de la UNAM; y Rodrigo Alfonso Morales López, posdoctorante de esta entidad universitaria.
Aprovechar oportunidades
El libre comercio no ha generado el crecimiento y desarrollo esperados para nuestro país; en cambio, ha abierto una brecha de retraso que se ensancha entre México y Estados Unidos, afirmó el académico de la FA, José Benjamín Lujano López, durante la mesa T-MEC y desarrollo económico.
Hay quienes consideran que México debe diversificar su comercio y voltear a América Latina o a Asia para terminar con la dependencia de Estados Unidos; sin embargo, estimo que las causas son endógenas y mientras no tengamos una industria nacional fuerte y competitiva el resultado será el mismo, porque el elemento central del comercio es la captura de rentas para reinvertirlas en el país y generar empleos.
Ante los escenarios internacionales adversos es necesario encauzar una nueva trayectoria del desarrollo del país, aprovechando algunas señales positivas que se presentan en la economía mexicana, con una prolongada estabilidad macroeconómica en donde el motor de la recuperación es el mercado interno, acompañado de la política de exportación y con mayor confianza para inversión extranjera, comentó.
En tanto, el catedrático de la Universidad de Bonn, Alemania, Rogelio Madrueño Aguilar, reiteró: el T-MEC puede considerarse como un esquema comercial exitoso para las necesidades de Norteamérica, pero desconectadas de las fuentes de crecimiento y desarrollo para nuestra nación, que se ha constituido en una especie de tercer país seguro, como facilitador de producción de América del Norte y una puerta de entrada a ese gran mercado regional.
Es importante abrir la discusión sobre la política industrial nacional para dirigir los esfuerzos de una transición del crecimiento hacia lo que se denomina la “economía verde”, lo que implica una reorganización de las intervenciones del desarrollo, en donde el Estado tendrá mayor intervención para eliminar riesgos en las inversiones, acotó.
Para el profesor de posgrado de la FE, Benjamín García Páez, sería absurdo que los países en vías de desarrollo no aprovecharan las oportunidades derivadas de los mercados mundiales que aportan tecnología y capital, pero deben entender que la globalización no es un atajo al desarrollo. Los gobiernos necesitan sustentar una estrategia de crecimiento, apoyados en inversores e innovaciones institucionales domésticas.
“Se espera que en el futuro las economías latinoamericanas renuncien a la estrategia de desarrollo actual y adopten una nueva ruta que conceda una importancia equilibrada a los mercados domésticos y los mercados externos, así como a las políticas de promoción de exportaciones y a la sustitución de importaciones”, agregó.
Durante la mesa sobre T-MEC y la industria automotriz, el catedrático de posgrado, también de la FE, Clemente Ruiz Durán, externó que contrario a lo que comúnmente se plantea, las cadenas de valor en la industria automotriz no las dominan los países, pues en realidad el control lo tiene las empresas productoras.
Se puede presumir, dijo, que en América del Norte se ha desarrollado un maravilloso corredor automotriz que va desde Puebla hasta Toronto, pero las diferencias salariales siguen siendo significativas. Debemos tener claro que percepciones bajas, no impulsan el desarrollo tecnológico. Se pronunció a favor de una reforma laboral que garantice una remuneración adecuada para las y los trabadores de una misma industria global y, al mismo tiempo, propicie una democratización de los sindicatos del sector.