La pandemia hace visibles una serie de efectos, las dicotomías se manifiestan en toda su magnitud; se nota la pobreza, la riqueza, la formación de ciertos sectores, más sofisticada, contra la más deficitaria de otros sectores, se observa cómo el norte y el sur difieren. Aún en las ciudades, lo urbano y lo rural no es homogéneo, manifestó en entrevista el universitario Hugo Casanova Cardiel.

Al referirse al tomo 10 titulado Educación, conocimiento e innovación, de la colección “La Década COVID en México. Los desafíos de la pandemia desde las Ciencias Sociales y las Humanidades”, el cual coordinó con Janneth Trejo Quintana, el también coordinador del Consejo Académico del Área de las Humanidades y de las Artes de la UNAM, expuso:

El sector educativo fue, sin dudad, uno de los más afectados por la pandemia y por el confinamiento social, lo que impactó directamente las actividades escolares y provocó el abandono presencial de las instituciones, lo cual originó la construcción de un esquema paralelo de carácter virtual.

Destacó que construir una realidad paralela en materia educativa con base en el mundo digital, trajo consigo una problemática singular, no exactamente proporcional a lo que ocurría antes, pero que conservó varios de sus problemas y efectos.

“Lo que tenemos muy claro es cómo el desplazamiento de la actividad educativa, desde el aula y las escuelas a la casa, plantea una serie de retos; se habla de una discontinuidad pedagógica o curricular. No podemos llevar todo lo que ocurría en el aula de manera automática a las casas”, aseguró.

Es ahí donde nos damos cuenta y recordamos, dijo, que este país es profundamente desigual y mientras unos sectores sociales tienen condiciones aceptables de equipamiento y de conectividad, otros están absolutamente al margen.

Casanova Cardiel señaló que con las clases virtuales se empiezan a manifestar disparidades sociales que tienen un correlato en la posición o no de la vida digital, del equipamiento y de la conectividad, en donde los pequeños teléfonos llamados inteligentes se vuelven el canal de comunicación, lo que obviamente pone en jaque los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Indicó que otro de los efectos que se visibilizó durante la pandemia fue la falta de preparación digital, no solamente de los padres y madres de familia. Hay que recordar que el trabajo en casa es mayoritariamente llevado por ellas, pero lo que se detectó es que, muchas veces, tanto mujeres como hombres carecen de la formación para ayudar a los menores, dependiendo del ciclo escolar en que se encuentren, lo que se convierte en otro factor negativo para los procesos de formación.

No obstante, el universitario aseguró que también hay algunos efectos favorables que dejó la educación virtual o a distancia, como el hecho de que la enseñanza se vuelve más flexible en términos de tiempo y espacio, en donde, por ejemplo, los podcasts o las grabaciones digitales, permiten que los estudiantes accedan al conocimiento en diferentes momentos. De esta manera la pandemia también abrió la posibilidad de ubicar al conocimiento en diferentes lugares; el conocimiento sale del aula y se puede encontrar en otros espacios físicos.

Añadió que uno de los problemas más difíciles y preocupantes al que se enfrentó la mayoría de los maestros, prácticamente al final de la pandemia, fue el momento de evaluar el aprovechamiento escolar de las y los estudiantes, y en particular de aquellos que tuvieron que tomar clases en condiciones precarias: “cómo es posible evaluar a quien tenía un dispositivo, del que no lo tenía; a quien tenía ciertas facilidades digitales, frente a quien no las tenía”. 

Hugo Casanova puntualizó que en la revisión de las afectaciones derivadas de la pandemia, no se puede dejar de lado la dificultad para la socialización que aún presentan numerosas personas y que tiene que ver con la salud psíquica.