En algunas regiones de América Latina, Asia y África son evidentes las desigualdades sociales y económicas, con mayor énfasis que en el norte global. Pero no por ello hay calma: en esos sitios se desarrollan movimientos sociales semejantes a torbellinos que se forman, crecen, toman fuerza y chocan con lo establecido, señaló Marisa Belausteguigoitia Rius, directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.
Durante los trabajos del XXX Coloquio Internacional de Estudios de Género. Remolinos feministas desde los Sures Globales, encabezado por el CIEG y la Cátedra Extraordinaria Fátima Mernissi, de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, dijo:
“Hablamos constantemente de fluidez, de flexibilidad, de fragmentación, de construcción de saberes dúctiles, plegables, fronterizos; de saberes laboratorio, en proceso y en construcción”.
En el auditorio Mario de la Cueva, de la Torre II de Humanidades, agregó que el reto es lograr que esos conocimientos se instalen en la academia, y lo que normalmente suele suceder es que se acumulan en los bordes. Para observarlos hay que tener atención, pues estos con frecuencia son pliegues y se esconden.
El canon, la escritura y la organización letrada que se da en la academia acumulan en los bordes a estos saberes y prácticas que varias veces son producto de sujetos no normativos que entraron en ella generando fenómenos parecidos a los remolinos: desordenan, rearticulan, la obligan a mirarse a sí misma y estructurarse de otra manera.
Asimismo, manifestó que el encuentro condujo a las participantes a hablar de fragmentar, romper o destruir todo un espacio y de la capacidad de construir algo mejor.
“Es necesario considerar los eslabones que nos permiten hablar para que lo que se ve y se oye sean las mujeres guatemaltecas, mexicanas, las trabajadoras, que han creado un espacio habitable con bibliotecas, e hicieron su espacio más habitable, como abogadas, sociólogas y antropólogas”, comentó Belausteguigoitia Rius.
Voces de distinta procedencia
En su oportunidad, la secretaria académica de la Coordinación de Humanidades, Gabriela Ríos Granados, destacó: la trigésima edición da cuenta de un compromiso firme del CIEG para continuar lanzando una convocatoria a voces de distinta procedencia para escucharse, dialogar, generar conocimiento en el campo de los estudios de género.
El coloquio siempre ha traído a la mesa de discusión una serie de temas pertinentes y de vanguardia, como ciencia, tecnología y género; por ejemplo. “Hoy el aire se hace presente a través de la metáfora de los remolinos, que nos dan una excelente imagen mental de las movilizaciones feministas que tienen lugar en distintas partes del mundo, concentradas bajo términos académicos, en el sur global”.
A su vez, la coordinadora académica del coloquio, Alejandra Tapia Silva, agradeció a las participantes, de manera especial a las mujeres brasileñas, afroamericanas y purépechas.
Su presencia fue muy importante por todo lo que su sola existencia dice. De pronto el CIEG, en estos tres días, fue más diverso y se comenzó a hablar de China, Marruecos, Sudáfrica, India, Nicaragua, Irán, Guatemala, lo cual esperamos sea cada vez más frecuente, externó.
Nina Höchtl, también coordinadora del encuentro, apuntó que además de revisar los conceptos y saberes es fundamental escuchar y abrir mayor número de espacios para la reflexión.
“El lugar enunciación puede entenderse como una postura ética, una vez que el sujeto hegemónico que entiende que sus privilegios se han construido por la opresión de otros grupos, comprende que su posición no es natural ni fija y así entra la responsabilidad de reflexionar críticamente sobre su posición y cómo puede tener una incidencia positiva en otras personas. Hay mucho qué des-aprender”, subrayó.
Durante la mesa de trabajo “Fanzinear en los bordes: arte, academia y activismo”, académicas consideraron que la Fanzinoteca La Voz que Corre en el CIEG es un oasis académico, un espacio activista, un lugar de investigación, de acción política, de creación comunitaria, así como de diversión y goce.
Al respecto, Belausteguigoitia Rius indicó: “En la academia que estamos creando en la UNAM, los fanzines son una especie de prueba, un experimento, una herramienta que permite vislumbrar cómo se hace la academia que estamos queriendo crear”.
A su vez, Alejandra Collado Campos, becaria postdoctoral del CIEG, acotó que el hecho de contar con una Fanzinoteca en este Centro, es el reconocimiento a la importancia de la memoria histórica feminista fanzinera y de su resguardo.
En tanto, Gisel Tovar Cervantes, coordinadora de la Fanzinoteca La Voz que Corre, apuntó que ese espacio busca trabajar con los estudiantes quienes en ocasiones carecen de un lugar en las publicaciones institucionalizadas. “Tenemos fanzines que hablan del odio, de la tristeza, del duelo, del amor, de la rabia, de las pedagogías, de las alegrías, algunas son conversaciones de WhatsApp, respuestas de Google, diarios, etcétera”.
También intervino María de los Ángeles Alcántara Sánchez-Gelen Jeleton, artista y fanzinera española.
Feminismos y género
En el evento, se premiaron los trabajos ganadores del Concurso Laureana Wright, que convocó a personas egresadas de maestría o doctorado de la UNAM y de otras instituciones de educación superior nacionales o extranjeras, quienes hubieran realizado un trabajo de investigación para obtener el grado.
En esta actividad se contó con la colaboración del Instituto de Física, el Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África, la Facultad de Psicología, la Escuela Nacional de Trabajo Social (todos de la UNAM), además de la UAM, el Instituto Nacional de las Mujeres y ONU Mujeres.