El náhuatl es la lengua indígena numéricamente más importante en nuestro país, pues se estima que la hablan de un millón a tres millones de personas.

 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2020, el 22.4 por ciento de los siete millones 364 mil 645 que hablaban alguna de las 68 lenguas indígenas que hay en México, lo hacían en náhuatl.

 

Además, hay muchos “nahuas practicantes”, es decir, quienes no la practican o la conocen poco, pero fomentan su cultura a través de la siembra, la danza, la manera de relacionarse con el mundo y de vivir conceptos como cuerpo, espíritu, alma, salud o enfermedad, señaló en entrevista el posdoctorante del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Wolfgang Effenberger López.

 

Hay también numerosas publicaciones que buscan transmitir los conocimientos de las diferentes lenguas nahuas que hay en México y, al mismo tiempo, personas que no son de esas comunidades, pero están interesadas en aprenderlas, así como activistas que las fomentan. Sí, todo esto tiene un impacto en revitalizarlas, subrayó el experto.

 

Sus practicantes, detalló, no necesariamente se identifican como indígenas, pero viven esta cultura porque la consideran importante, le dan un valor y la reproducen individual o colectivamente; reconocen también que hay diferentes conocimientos y saberes.

Esto es importante, por ejemplo, al elaborar e implementar políticas públicas de salud, educación, cultura, entre otras. “Hay mucho que hacer todavía; si hablamos de una interculturalidad implica realmente vivir distintos mundos, establecer una simetría entre las ciencias occidentales y las de los pueblos indígenas, reconocer sus saberes, insistió.

 

Effenberger López consideró que México es una de las naciones que ha generado más políticas interculturales, ha establecido universidades interculturales que ayudan a revitalizar las lenguas indígenas y a construir una visión en la que “quepan muchos mundos”.

 

Sin embargo, al igual que Latinoamérica, vive constante tensión entre los discursos a favor de la interculturalidad y pluriculturaliad y las prácticas y proyectos de extractivismo y saqueo de la naturaleza, a los territorios habitados por los diversos pueblos indígenas.

 

“Estos son los retos de nuestros tiempos y ante la crisis mundial que vivimos del cambio climático, los pueblos amerindios pueden ser un ejemplo de pensar, vivir, sentir y construir ‘otros mundos’, para reinventarnos”, añadió el doctor en Estudios Mesoamericanos.

 

En El Salvador, donde el investigador realiza principalmente sus estudios, también ha detectado que quienes hablan náhuat son personas de 60 a 80 años, pero advirtió que jóvenes que no la conocen son quienes reproducen y reinventan esta cultura, a través de las danzas, “se saben las historias de cómo emergió el mundo, como nació la Luna o el Sol, o la milpa”.

 

La diversidad

 

El experto universitario expuso que se han establecido diferencias entre las lenguas nahuas de Mesoamérica. Por ejemplo, el pochuteco ya no se practica, pero era característico de Oaxaca. Aproximadamente en 1940 estuvo en ese estado el antropólogo Franz Boas, quien la estudió.

 

El náhuatl del occidente aglutina, por ejemplo, a los hablantes de los pueblos de Michoacán, Jalisco, Durango, el sur y la sierra norte de Puebla, a los de Xochimilco y Milpa Alta en la Ciudad de México, así como de los estados de Guerrero, Morelos, el Estado de México e Hidalgo.

 

Están también las lenguas nahuas del oriente que incluye a los de Veracruz, la sierra de Puebla, el norte de Oaxaca, así como el que se usaba en Chiapas, Tabasco y Guatemala. En Tabasco hay cientos y, curiosamente, ese náhuat es el que está más emparentado con el de El Salvador, explicó.

 

Las diferenciaciones se establecen a partir del léxico, de los subfijos, artículos definidos, o por la forma en cómo se estructura una negación al hablar. “Siempre ha estado presente en las discusiones de la historia lingüística la diferenciación del náhuatl que se habla, por ejemplo en las variantes de la división de occidente que es con tl: náhuatl, y las variantes que no tienen la “tl” y se conoce como náhuat”, puntualizó.

 

Asimismo, afirmó que se sabe históricamente que se empleaba náhuatl y náhuat también en Guatemala, Nicaragua y en Costa Rica. “Hay historiadores que incluso decían que en Panamá y hay otros que aseguran que en la época precolombina los nahuas llegaron hasta suramérica”.