Si bien 70 por ciento de los agricultores en México usan granos nativos, el 30 por ciento restante, es decir, los mayores productores, ocupan semillas híbridas y cada vez más los trabajadores del campo en pequeño las compran, consideró la investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM, Gladys Iliana Cassab López.

La especialista en fisiología y mejoramiento de maíces nativos detalló que esta acción provoca la pérdida de diversidad genética, pues aunque 70 por ciento de maíz que se siembra en nuestro país es originario, el problema es que se trata de campesinos en parcelas y la mayor producción es de híbrido amarillo destinado a la ganadería.

“Cada vez se usan menos variedades, hay agricultores que antes usaban hasta siete u ocho granos tradicionales y ahora solo dos, especialmente los dedicados a la elaboración de tortillas, pues el híbrido les ha quitado tierras y trabajo”, precisó en entrevista Cassab López.

De acuerdo con la tradición, quienes compran el híbrido desean volver a sembrar parte de los granos obtenidos, pero el rendimiento baja 70 por ciento, por lo que deben comprar nuevos insumos en cada temporada de cultivo, exactamente igual de lo que ocurre con los transgénicos, explicó.

Cassab López puntualizó que las semilleras afirman que el rendimiento del grano de maíces nativos es bajo al generar hasta cuatro toneladas por hectárea, mientras que el híbrido hasta 10. En el manejo tradicional (milpa) se evita el uso de herbicidas, los cuales se tienen que aplicar a estos últimos y los transgénicos.

Otro argumento comercial es que su manejo intensivo es desfavorable; se debe recordar que en nuestro país 70 por ciento de la agricultura es de temporal y 30 por ciento con irrigación, la cual se genera en el norte del país.

A esto se suma el beneficio climático de mantener las prácticas tradicionales de la milpa, pues los cultivos de granos híbridos erosionan el suelo, lo contaminan por la aplicación de herbicidas, causan más dióxido de carbono porque el uso que se le da a estas semillas es para ganadería, lo que demanda gran cantidad de agua, recurso no disponible para todas las personas.

La doctora en Ciencias Biológicas y Biomédicas por la Universidad de Washington enfatizó que otro aspecto favorable, aunque su precio es más alto, es tener semillas que pueden ser empleadas en la elaboración de tortillas, tostadas, tamales, pozole, atole, pinole, palomitas, etcétera.

“Estamos trabajando en transformar los granos en productos de alto valor agregado. Se impulsa a comunidades indígenas a ser negociantes (ayudarlos para que tengan una página web o vendan sus productos a restaurantes), lo que ha hecho que ya no tengan necesidad de comprar granos híbridos”, comentó.

Cassab López trabaja con su equipo en el estudio e identificación de variedades nativas del maíz para revisar, mediante la genética, la respuesta ante la escasez de agua en un contexto de calentamiento global.