Con más de tres décadas “hablando” con los muertos y desenterrando microhistorias regionales de personajes míticos, el escritor y divulgador de la Historia, Alejandro Rosas, toma las voces de aquellos que vivieron en épocas anteriores y las convierte en narrativa para hacerlas accesibles y que despierten la curiosidad del lector por el pasado y el presente.En el marco de la edición número 48 de la Feria Nacional del Libro de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que se lleva a cabo del 24 de mayo al 1 de junio en el Edificio Central, Alejandro Rosas presentó su libro “La Cabeza de Joaquín Murrieta”, un relato sobre un Robin Hood mexicano, un “justiciero” que asesinó y torturó para ayudar a su pueblo.“Más que un antihéroe, Joaquín Murrieta era un delincuente, un bandolero, pero yo creo que tenía razones muy claras para matar a los gringos que mató”, comentó el escritor.Reflexionó sobre los antihéroes contemporáneos y mencionó que figuras como Joaquín Murrieta, que pueden ser vistos como justicieros en su contexto, a menudo son malinterpretadas. En la actualidad, líderes del narcotráfico a veces son romantizados o vistos como héroes locales por algunas comunidades debido a la ayuda que pueden proporcionar, similar a figuras históricas como Pablo Escobar. “Pero hay que recordar que, independientemente de su contexto o motivaciones, siguen siendo delincuentes que operan fuera de la ley y causan un daño significativo a la sociedad”.De este modo, Alejandro Rosas destacó que hablar de la historia es entrar en un diálogo con el pasado para entender acontecimientos del presente.“Me considero una especie de médium, pues hablo con los muertos, me pongo a escucharlos, sus cartas, sus discursos, sus declaraciones de otras épocas, las memorias que dejan y, entonces lo interpreto y lo pongo al lector o a los amantes de la historia del presente”, dijo.Como divulgador de la historia, su objetivo es llevarla y hacerla accesible al mayor número de personas posible.“Me gusta rescatar no solamente a los grandes personajes, sino a los de segunda línea en todas las épocas y en todos los periodos. Hace mucha falta rescatar lo que Luis González y González llamó la microhistoria, es decir, la historia regional o local, porque luego te encuentras historias maravillosas de vida cotidiana, de instituciones, de personajes”.Afirmó que, personajes como Joaquín Murrieta, son interesantes no solo por su relevancia histórica, sino porque representan esas vidas marcadas por los grandes eventos históricos, como la pérdida del territorio mexicano después de la guerra con Estados Unidos.Alejandro Rosas explicó que la figura de Murrieta se mitificó rápidamente después de su muerte, convirtiéndose en una especie de Robin Hood para los mexicanos que quedaron del otro lado de la frontera. Sin embargo, su investigación revela que sus motivaciones eran más personales que altruistas, destacando cómo la prensa y los relatos populares pueden distorsionar la realidad.Aclaró que la historia de Murrieta y su contexto, como la fiebre del oro de 1849 y el trato a los mexicanos en California, muestran cómo la historia oficial y la historia popular pueden diferir, y cómo ambas son importantes para una comprensión completa del pasado.