El 4 de septiembre de 1974, Ciudad Valles vivió uno de los momentos más tristes de su historia. Un tren que venía de Tampico con destino a Cárdenas, S.L.P., chocó con el autobús urbano No. 39 en el cruce de la colonia Doracely.

Esa mañana, Juan Lara Gutiérrez inició su día como de costumbre, preparado para recorrer su habitual ruta entre Doracely y el Mercado.

Trabajadores y estudiantes dependían de este transporte para llegar a sus actividades diarias.

Sin embargo, ese día, el destino le tenía preparada una tragedia.

Juan Lara Gutiérrez había nacido en Tlanepanco, Hidalgo, y buscando mejores oportunidades, se trasladó a San Felipe Orizatlán, donde encontró al amor de su vida, Juana Lara Baeza. Juntos tuvieron siete hijos: Armando, Olga, Elizabeth, Juan, Oscar, Doris y Anel Lara Lara.

Juan siempre fue un hombre dedicado a su trabajo, manejando camiones y autobuses tanto foráneos como urbanos. En 1960, se estableció en Ciudad Valles, donde se ganó el respeto y cariño de la gente a su alrededor.

Para sus hijos, Juan era un padre amoroso y trabajador, siempre preocupado por su educación.

Juana Lara recuerda que, un día antes del accidente, Juan había asistido a una reunión de trabajo. Luego de la junta, disfrutó de una tarde alegre cantando y bailando con amigos, antes de regresar a su hogar.

El ingeniero Oscar Lara Lara, uno de los hijos de Juan, recuerda que apenas llevaba dos días en primer año en la escuela Antero G. González cuando recibió la devastadora noticia del accidente. En ese momento, su hermano mayor tenía 15 años, y su hermana menor, solo uno.

El 4 de septiembre de 1974, un día que permanece en la memoria de muchos, el choque con el tren resultó en la pérdida de su padre y de siete personas más.

Alberto González Vázquez, vecino de la colonia Morelos, recuerda haberse despertado temprano esa mañana, alertado por un estruendo que resonó en toda la colonia, llevando a muchos a acudir al lugar del accidente. Tenía 11 años y cursaba sexto de primaria. Al llegar al sitio, la escena que encontró lo impresionó profundamente: el autobús partido en dos, cuerpos dispersos y la cabina a unos 150 metros de distancia, donde aún se encontraba “Don Juanito”.

Francisco Rivera del Ángel, vecino de la colonia Doracely, cuenta que él y su hermano, estudiantes de la Academia Comercial Potosina para Contador Privado, no alcanzaron a abordar el autobús esa mañana. Desde su casa, observaron con asombro cómo el tren arrastraba el autobús.

Oscar Lara Lara rememora cómo su padre era muy apreciado en la comunidad y aunque la tragedia dejó a su familia huérfana, siente un gran orgullo al recordar cómo su madre, con el apoyo de la empresa Vencedor, abrió un pequeño negocio de abarrotes y trabajó en varios hoteles, logrando finalmente el sueño de su padre: ver a sus hijos convertirse en grandes profesionistas.

Fuente:
Profr. Crescencio Mtz. Candelario
Cronista Municipal