A 95 años de su incorporación a la Universidad Nacional Autónoma de México, el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) ha sido un gran gestor e impulsor de la astrofísica en México. Sin su existencia no se tendría el prestigio internacional que poseen los astrónomos mexicanos en la actualidad.
María Soledad Funes Argüello, coordinadora de la Investigación Científica de la UNAM, señala que el Observatorio es una prueba clara de que la investigación científica y la generación de conocimiento están íntimamente relacionadas con la innovación tecnológica y la creación de recursos humanos. La curiosidad humana de ver el cielo y preguntarse constantemente qué hay más allá, es una oportunidad para despertar vocaciones científicas a temprana edad.
Las observaciones realizadas en el OAN, en sus diversas instalaciones, han permitido contribuir de manera importante a desentrañar los secretos del universo, para entender los procesos energéticos que ocurren durante la formación y evolución de las estrellas, así como la interacción de estas con la materia interestelar, añade.
Asimismo, expresa que, luego de su fundación en 1878, su custodia y administración fueron asignadas a la UNAM en 1929 y a partir de entonces ha desempeñado un papel relevante en la formación de prestigiosos científicos mexicanos como Paris Pişmiş, Luis Enrique Erro, Silvia Torres Peimbert, Guillermo Haro, Gloria Koenigsberger y Arcadio Poveda.
El OAN, prosigue, ha impulsado además el desarrollo tecnológico en México. Es frecuente escuchar a profesionistas decir que su afición por la tecnología surgió gracias a su paso por el Observatorio. Dos ejemplos destacados son los del ingeniero civil y exrector de la UNAM, Nabor Carrillo Flores, y el ingeniero José de la Herrán, quienes contribuyeron significativamente en la modernización y expansión de las instalaciones del Observatorio.
En la actualidad existen dos sedes del Observatorio Astronómico Nacional, una en Tonantzintla, Puebla (OAN-Tona), donde se llevan a cabo actividades de docencia y divulgación de la ciencia, y la otra en la Sierra de San Pedro Mártir, en Baja California (OAN-SPM).