Además de colectar, tratar, disponer o reusar el agua residual y los lodos fecales, hay que controlar los contaminantes emergentes (insecticidas, cosméticos, productos de aseo, farmacéuticos, plásticos, etcétera) que necesitan procesos de gestión, tratamiento y disposición más complejos, sostuvo la embajadora de México en Francia, Blanca Jiménez Cisneros.

Ante la directora del Instituto de Ingeniería (II), Rosa María Ramírez Zamora; y la integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM, Elena Centeno García, dijo que para enfrentar este reto se requiere de innovación y de ingenieros.

Durante el ciclo de conferencias Investigadoras pioneras del Instituto de Ingeniería, donde se refirió a “Qué tipo de ingeniera (o) se necesita para cumplir con la Agenda 2030, ODS 6.2 como ejemplo”, recordó: dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con 169 metas, uno solo tiene que ver con el saneamiento del agua, es decir, el 6.2.

En el auditorio José Luis Sánchez Bribiesca de la Torre de Ingeniería de la UNAM, la también investigadora titular del II informó que 3.5 mil millones de personas no tienen acceso a un saneamiento con gestión segura; 1.9 mil millones carecen de los servicios básicos; 545 millones cuentan un servicio de saneamiento no mejorado; y 419 millones practican defecación al aire libre.

La científica y diplomática refirió que es un problema complejo; por ejemplo, se colocan fosas sépticas, pero luego se necesita un manejo seguro del lodo fecal. Dos mil 700 millones de personas lo requieren, y para 2050 serán cinco mil millones. “El ODS 6.2 no será cumplido para 2030”.

El inadecuado saneamiento, alertó, provoca problemas de salud, entre ellos transmisión de infecciones (cólera, disentería, tifoidea, etcétera), limita el desarrollo físico (menor estatura). Cinco por ciento de las muertes en países de bajos ingresos está asociado a ese tema.

Incluso, acotó, también genera desafíos: de seguridad, toda vez que mujeres y niñas sufren riesgo de violencia y violación al practicar la defecación al aire libre; de contaminación ambiental, ya que casi todos los ríos y lagos de África, Asia y América Latina están contaminados y, junto con la basura, son la principal causa de la afectación a los océanos.

Además, hay pérdidas económicas: 2.5 por ciento del producto interno bruto global y, en algunos países, hasta del 7.2 por ciento, debido a muertes prematuras, atención médica, disminución de la productividad, tiempo empleado en el saneamiento, epidemias, etcétera.

La también emérita del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores aclaró que, aun cuando el agua ingrese a las plantas de tratamiento -aunque sean avanzadas-, el vital líquido no regresa a su calidad de potable.

Más adelante Jiménez Cisneros expuso algunos de los beneficios de la limpieza adecuada: además de ser fundamental para el bienestar de las personas, incluso salva vidas; por cada dólar que se invierte en ese rubro “ahorramos entre 4.3 y 5.5 dólares”.

Renovar el perfil

La infraestructura en la materia, enfatizó, es un gran reto para la ingeniería y requiere de la formación más completa de ingenieras e ingenieros híbridos, es decir, que también sean gerentes, políticos, financieros, gestionadores de la participación social y líderes sociales, entre otras características.

Se debe transformar la infraestructura y la forma con la cual son gestionados el saneamiento y el agua; que quienes elaboran las políticas y toman decisiones proactivamente se alejen de conceptos tradicionales para ir hacia nuevos enfoques y modelos de negocios, subrayó.

Ahora se habla de saneamiento inclusivo para la ciudad, donde se reconoce que todos los habitantes tienen derecho al mismo nivel de este, así como de programas de urbes inteligentes en donde en un edificio se recupere toda el agua y se reúse; por ejemplo, emplear la de los lavabos para los inodoros.

O bien, revisar las estructuras y funciones de diseño de los edificios urbanos para que la de lluvia, escorrentía, las grises y la que sobra de los enfriadores y sistemas de aclimatación podamos recuperarlas y reusarlas. Estas medidas permitirían reducir en 45 por ciento su utilización en edificios residenciales, y hasta 75 por ciento en los comerciales.

Hay que considerar las soluciones verdes, azules e híbridas, por ejemplo, humedales y restauración de ríos, y atender el tema del cambio climático: el simple tratamiento del agua es una medida de reducción de gases de efecto invernadero y puede gozar de un financiamiento a través de los fondos verdes, aclaró Blanca Jiménez.

La experta dijo que las plantas de tratamiento e instalaciones de saneamiento básico deben ser entendidas como infraestructura para recuperar recursos valiosos como lo plantean los principios de la economía circular.

El agua puede ser reusada para riego de áreas verdes, granjas domésticas y en la agricultura, restauración ambiental, en la industria para producción de energía, incluso para consumo humano. La infraestructura podría ser percibida como una empresa con el potencial de generar productos e ingresos.

La embajadora también propuso incorporar el saneamiento en la planeación de cuencas, así como impulsar el desarrollo tecnológico y la innovación.

La sesión fue presidida por la directora del II, Rosa María Ramírez Zamora, quien recalcó que este ciclo de conferencias ofrece una perspectiva de lo que se tiene que hacer en el Instituto, y de lo que la comunidad debe aportar en temas que son prioritarios para nuestro país.

En tanto que Elena Centeno García, integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM, señaló que México, siendo la segunda economía de América Latina, ocupa el tercer lugar de atrás para adelante en el número de mujeres investigadoras.

Venezuela tiene el primer sitio de ellas en la ciencia con 61 por ciento, mientras que en nuestro país es de 33 por ciento. “Hay un gran talento desperdiciado para resolver problemas como este del saneamiento”, concluyó.