LA PANDEMIA, EL ENCIERRO Y LA DEPENDENCIA DE LA TECNOLOGÍA HAN FRENADO EL ADECUADO CRECIMIENTO DE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS. DIP. MARITE HERNÁNDEZ CORREA
Las instituciones gubernamentales y los padres de familia nos debemos detener a reflexionar sobre la salud emocional de los niños y las niñas, ya que debido a la pandemia, el encierro, la dependencia de la tecnología y la poca interacción con otros menores ha frenado su desarrollo psico emocional.
Lo anterior lo dio a conocer la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Igualdad y Género del Congreso del Estado, diputada Marite Hernández Correa, quien señaló que hoy en día los esfuerzos están enfocados hacia la salud física de los menores, pero estamos olvidando su desarrollo psicológico.
La diputada dijo que lamentablemente esta pandemia por COVID-19 provocó un encierro, en muchos casos total, de las familias, lo cual además de evitar la interacción humana, trajo consigo un incremento preocupante en los casos de violencia intrafamiliar.
Precisó que de acuerdo a información proporcionada por las autoridades competentes, el aumento en casos de violencia al interior de la familia tuvo un dato preocupante, al ser los menores de edad quienes más han sufrido de estos abusos.
Hernández Correa manifestó que se debe hacer un llamado a todas las instancias gubernamentales encargadas de la atención a la niñez, para que en cumplimiento del mandato internacional que dicta La Declaración de los Derechos de los Niños y las Niñas se impulse, proteja y fomente su libre desarrollo emocional, físico, de salud, y de seguridad al interior de sus hogares.
Además remarcó que los padres de familia o responsables del cuidado de los menores debemos de tener la capacidad de hacer encuentros de reflexión donde nos pongamos a pensar en cómo el encierro y el estar tan dependientes de la tecnología les ha estado afectando en su salud emocional.
Finalmente señaló que es una tarea de todos y de las autoridades educativas y de cuidado de los menores, buscar las alternativas para lograr una adecuada y sana convivencia, una vez que el semáforo epidemiológico lo permita.