Existe el riesgo de que la viruela del mono llegue a nuestro país; sin embargo, no debemos preocuparnos, sino ocuparnos, porque la probabilidad de que se disemine dependerá de la oportunidad con que se reporte, del conocimiento médico, así como de las políticas que establezca la autoridad, además de que no hay condiciones naturales en México para que esa viruela se pueda perpetuar: hasta ahora no se ha encontrado alguna especie animal que sea reservorio, como ocurre en naciones africanas.

 

Francisco Monroy López, experto del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM, expresó lo anterior y explicó que estos virus no son altamente mutagénicos, es decir, son bastante estables, pero es posible que se hayan adaptado a nuevas condiciones. La fauna de naciones donde se registraron casos, como Inglaterra, España, Canadá o Estados Unidos, tampoco ha sido identificada como portador natural.

 

En entrevista definió los tres factores por los cuales una enfermedad se presenta en condiciones que no tenía antes: “una tiene que ver con el agente, es decir, el virus que podría estarse adaptando mejor a situaciones diferentes; individuos susceptibles, porque el porcentaje de población inmunizada es de menos de 30 por ciento (la vacuna contra viruela humana dejó de aplicarse cuando se declaró erradicada la enfermedad, en 1980), y esto hace que un virus parecido, como el del mono, se pueda transmitir a la población”.

 

“El tercero es el ambiente, cuyas circunstancias favorables hacen que la enfermedad se disemine: la forma natural de adquirir el virus es por contacto con los reservorios, roedores o animales endémicos. También hay que pensar que hay comercio ilegal de especies exóticas a escala internacional, a partir de las cuales podrían producirse infecciones. Puede ser uno de esos factores, dos de ellos o la combinación de todos, la causa de lo que está ocurriendo”.

 

Monroy López mencionó que por el momento no existe un tratamiento específico contra el virus, aunque hay algunos antivirales que se han probado. En caso de que el brote comenzara a tener mayor magnitud, lo cual es poco probable, el manejo que se tendría que dar es a través de las vacunas contra la viruela humana, que existen desde hace décadas y se pueden fabricar de forma masiva.

 

Recomendaciones

 

En cualquier caso, va a ser importante que haya una notificación oportuna a las autoridades ante cualquier sospecha; “si hay malestar, dolor de cabeza y de músculos, fiebre, hay que acudir al médico, capacitado para atender y recomendar las medidas a seguir. El principal cuidado es el aislamiento, una cuarentena estricta, y el seguimiento de las personas con quienes tuvo contacto el paciente para que también se aíslen.

 

Quienes viajen a los países donde se han presentado casos, deben tomar precauciones y evitar el contacto con otras personas. Las medidas que aprendimos con la COVID-19 también son válidas para la viruela del mono:

 

Usar cubrebocas, lavado de manos y sana distancia. Esta última ayuda a disminuir casi a cero el riesgo de adquirir esta enfermedad. Además, hay que estar atentos a las indicaciones que las autoridades puedan proporcionar en este sentido, acudir a fuentes de información confiables, como la Organización Mundial de la Salud, y evitar estar en contacto o adquirir fauna silvestre o exótica.

 

En condiciones

 

Francisco Monroy López consideró que la Secretaría de Salud ya debe tener un estudio relacionado con este padecimiento y un plan de emergencia si se presentan casos; hay epidemiólogos trabajando en cuáles serán las medidas que se requieren de inmediato para impedir la diseminación potencial de esta enfermedad, y qué acciones se tomarán para establecer cercos sanitarios para mantenerla contenida en un espacio y población reducidos.

 

“Tenemos infraestructura hospitalaria y un excelente equipo médico en el país; todo va a depender de que la estrategia planteada por la autoridad sea rápida, oportuna y permita la detección de los primeros casos para mantener contenido al padecimiento”.

 

Empero, alertó, debemos considerar que van a seguir surgiendo enfermedades, antiguas o nuevas, que tienen un riesgo potencial de convertirse en pandemia; tres de cada cuatro proceden del mundo animal.

 

La historia

 

El universitario recordó que la viruela del mono se detectó por primera vez en los seres humanos en 1970 en la República Democrática del Congo; en las últimas semanas ha tenido una expansión sin precedentes en Europa y América del Norte.

 

Y detalló: es causada por un virus y considerada una zoonosis, porque tiene origen en los animales y se transmite al humano; se trata de una de muchas que compartimos con ellos. “Se le llama del mono, pero en realidad los hospedadores principales no son los primates, sino diferentes especies de roedores silvestres, como ratones y ardillas endémicos del centro de África: en Congo y Nigeria se han dado la mayoría de casos”.

 

Hace algunos años, prosiguió, había brotes ocasionales fuera del continente negro, todos originados por personas que viajaban a zonas endémicas y se enfermaban de regreso a su país. Ahora, en cambio, se ha demostrado la presencia de ese mal en personas que no se han trasladado a territorio africano; “se busca el punto focal, dónde pudieron haberse infectado a partir, probablemente, de otras personas”.

 

De mil personas que se llegaran a infectar con el virus, 100 llegarían a manifestar síntomas entre ocho y 14 días después del contagio (entre ellos, dolores musculares, fiebre y erupciones en la piel) y, de ellas, dos o tres podrían morir. “Eso depende de qué tan oportunamente soliciten y reciban atención médica, y de sus condiciones de salud, aunque los menores de 16 años parecen ser más susceptibles”. Los signos pueden durar dos o tres semanas, dependiendo de las condiciones inmunológicas de cada paciente, apuntó.

 

Seguramente el control de la enfermedad tendrá un manejo preventivo que incluya vacunación; el tratamiento consistiría en mantener en aislamiento a los pacientes, reforzar su sistema inmunológico y aplicación de antivirales existentes, concluyó Monroy López.

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