Desde hace años, el trabajo social se ha relacionado a la lucha social y a la búsqueda del bienestar. Se trata de una disciplina comprometida con la humanidad que aporta a los ámbitos de la justicia, derechos humanos, diversidad, respeto y equidad, asegura la académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Aída Valero Chávez.

Cada día se presentan nuevos y diversos retos que afectan a diferentes grupos, desde los sectores más vulnerables y excluidos hasta aquellas sociedades medias que tienen otro tipo de problemáticas.

De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, en el país existen 133 instituciones educativas públicas y privadas en las cuales se imparte Trabajo Social.

Datos estadísticos de la Dirección General de Administración Escolar de la UNAM indican que en el ciclo escolar 2020-2021 el número de aspirantes a ingresar a esa licenciatura fue de cuatro mil 452. Del total del alumnado de primer semestre, 77 por ciento fueron mujeres y 23 por ciento hombres.

En la actualidad, la ENTS atiende una matrícula de casi tres mil personas: 580 varones y dos mil 403 mujeres. Además, la cantidad de estudiantes que ingresan en las modalidades abierta y a distancia se incrementa paulatinamente. Por ejemplo, en 2003 había 70 inscritos, mientras que en 2021 la cifra aumentó a mil.

Con motivo del Día Nacional de las y los Trabajadores Sociales –que se conmemora desde hace dos años el 21 de agosto–, la estudiosa de temas como violencia social, inseguridad pública y la condición social de los jóvenes, entre otros ámbitos, resalta:

En la actualidad pasaron del papel asistencialista y filantrópico que asumían hace años, a la acción, hacia una intervención creativa, innovadora basada en las garantías fundamentales y la solidaridad para procurar el desarrollo social y humano. Sin embargo, el número de expertos en la materia es insuficiente para atender las grandes dificultades.

Los desafíos, enfatiza, son su profesionalización y actualización permanente en temas de salud, violencia social en todas sus dimensiones, migración, derechos humanos, familias diversas, enfermedades emergentes, educación formal e informal, sistemas de justicia, adultos mayores, embarazo adolescente, etcétera, además de vincularse con redes de expertos e incorporar a su labor el uso de nuevas tecnologías que permitan mayor vinculación y difusión de estas en los ámbitos nacional e internacional.

Aída Valero subraya que su rol fundamental es educativo en diferentes áreas de intervención. “Tenemos la función de investigar, sensibilizar y promover acciones colectivas, de tal manera que debemos contribuir a formar ciudadanos, en el amplio sentido de la palabra, conscientes de sus derechos, pero también de sus responsabilidades”.

Contamos con metodologías específicas para ello, ya sea con individuos, grupos o comunidades, cada uno de esos mecanismos tiene sus particularidades. Las políticas públicas nos brindan diferentes espacios de actuación, aunque debemos conocer cuáles son las exigencias que nos imponen las instituciones y las condiciones que tenemos para hacer un vínculo entre estas y los ciudadanos, refiere.

Para lograr ese objetivo, los programas sociales tienen un papel fundamental mientras que las organizaciones civiles son un nicho para la intervención, señala.

Por la importancia de la labor que realizan, en enero de 2019, en la Reunión Anual de la Red Nacional de Instituciones de Educación Superior en Trabajo Social, se acordó impulsar el 21 de agosto como el Día Nacional de las y los Trabadores Sociales. Luego de un proceso legislativo que transitó del Senado de la República a la Cámara de Diputados, el 29 de abril de 2021 el Poder Legislativo oficializó este hecho. El decreto se dio a conocer en el Diario Oficial de la Federación el 2 de junio de 2021.