El volcán Popocatépetl está en un periodo bajo de actividad y las emisiones de ceniza generadas ayer 19 de septiembre, son iguales a las que ha lanzado en los últimos años, por lo que es poco probable que el reciente sismo en Michoacán incremente su acción, coincidieron expertos de la UNAM.

Sergio Raúl Rodríguez Elizarrarás, del Instituto de Geología, y el vulcanólogo Robin André Campion, del Instituto de Geofísica (IGEF), destacaron que las emisiones se registran en los parámetros habituales reportados diariamente por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED).

Rodríguez Elizarrarás detalló: aunque no todos los días se producen sismos como el del 19 de septiembre del año en curso, de magnitud 7.7, el comportamiento del Popocatépetl ha sido regular, y el reporte de una posible caída de ceniza en algunas alcaldías de la Ciudad de México, no tuvo relación directa con el temblor.

“Esto ocurre con bastante frecuencia porque está regulado por la dirección del viento predominante, en este caso, el viento que hace que vengan las cenizas a la Ciudad de México va hacia el Noroeste, algo común en esta temporada veraniega; en época invernal los vientos van hacia el Este, y la ciudad de Puebla es la más afectada por estos fenómenos”, explicó el especialista en el estudio de la Faja Volcánica Mexicana.

El doctor en Ciencias consideró que la preocupación de la población se derivó de las coincidencias por registrar un sismo, en un día 19, luego de un simulacro, y aunque no siempre hay este tipo de coincidencias, influye en el ánimo de las personas.

Con él coincidió Robin André Campion, quien explicó que desde hace dos años aproximadamente, el coloso presenta actividad generalmente baja, con menos emisiones de cenizas, menos explosiones, y no ha experimentado el crecimiento de domos grandes de lava, como ocurrió de 2011 a 2020.

Esto indica que la estructura ha recibido poco magma o limitado y aunque “desde mediados de agosto ha tenido un poco más de exhalación de ceniza y pequeñas explosiones, sorprende la atención mediática que recibió la emisión de ceniza porque estas emisiones son diarias en el volcán”, comentó.

Desde hace tiempo Servando de la Cruz Reyna, investigador del IGEF, sugirió la existencia de una relación entre sismos de gran magnitud con el comportamiento del volcán Popocatépetl, por lo que Robin Campion colaboró con Thomas Boulesteix -quien realizó un Posdoctorado en la UNAM y ahora ocupa una plaza en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España- en esta teoría y propusieron un índice que revisa factores como la distancia, el tamaño de la falla, las emisiones de gases y la producción de ceniza, el cual fue publicado en agosto pasado en el Bulletin of Volcanology.

El experto en monitoreo de gases volcánico agregó que el principal factor se calcula como el cociente entre la distancia del epicentro y la raíz cuadrada de la superficie de la falla que genera el sismo, propuesta en la que aquellas cifras mayores a 10 no tienen influencia en la actividad del coloso, pero aquellas más cercanas al cero sí.

Es decir, en el caso del movimiento telúrico originado en Michoacán, que se generó a más de 700 kilómetros del Popocatépetl y tuvo una magnitud de 7.7, el resultado obtenido es de aproximadamente 9, por lo que no es muy probable que influya en la actividad, explicó el experto del IGEF.

Esto podría observarse en las próximas semanas, debido a que la correlación entre el sismo y la actividad del Popocatépetl no es inmediata, aclaró el investigador.

“El valor del parámetro que hemos propuesto para ver si un sismo puede o no influenciar la actividad del volcán es marginalmente favorable para que este sismo (19/09/2022) pueda aumentar la actividad del volcán; habría sido más categórico si el sismo hubiera sido mayor o más cercano”, explicó Campion.

Para ejemplificar cómo ha sido la influencia sísmica en la actividad del coloso, Campion y su equipo revisaron los registros de sismos en los últimos 26 años, información que fue comparada con la actividad del volcán y, según los datos, el de 2017 (cuyo epicentro fue en Chiautla de Tapia, Puebla) alcanzó un valor de 4 en cuanto a su influencia en el coloso; mientras que el de 1985 (también con epicentro en Michoacán) alcanzó una valoración de 2.3.

A lo anterior se debe sumar que la actividad del Popocatépetl está más determinada por su estado magmático, es decir, si tiene magma recién inyectado (pues lo hace mucho más activo con emisiones constantes de lava y ceniza), pero en la actualidad todos los monitoreos realizados indican que la alimentación magmática de Don Goyo es baja y esto reduce aún más la posibilidad de que el último gran sismo tenga alguna influencia en su actividad, apuntó.

Respecto a si el índice propuesto puede ser aplicado a otro tipo de colosos, especialmente el de Colima, Campion explicó que este se encuentra más cerca del epicentro, pero se ha observado en los últimos 30 años que tiene un índice de respuesta mucho más lento.

El volcán de Colima, agregó, en este momento tiene menos actividad que el Popocatépetl y si bien el índice de influencia de este sismo llega aproximadamente a 2 (muy alto), esta actividad podría manifestarse en uno o dos años, sobre todo si se considera que el sismo de 1985 tuvo una influencia de 1.2, pero no fue sino hasta finales de 1986 cuando se reactivó.

Los expertos reiteraron que en esta temporada las lluvias lavan las cenizas en la atmósfera (las precipitaciones las llevan al suelo cerca del volcán), por lo que tampoco suelen llegar a la CDMX. No es posible predecir con exactitud cuándo se reactive, produce ceniza desde hace 27 años y seguirá haciéndolo, por lo que la población debe mantenerse atenta a las recomendaciones del CENAPRED y de las autoridades correspondientes.