Cuando hablamos del mejoramiento de las condiciones humanas en el futuro, necesariamente debemos mirar al pasado profundo, más allá de la Segunda Guerra Mundial, hasta el origen de nuestras civilizaciones, para recordar la importancia de generar consensos y fuerza en beneficio de las sociedades, aseguró la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú Tum.

Durante las conversaciones temáticas “Derecho humano al futuro”, en ocasión del Primer Coloquio Internacional: La Humanidad Amenazada, ¿Quién se hace cargo del futuro?, coordinadas hoy por el director de la Facultad de Derecho, Raúl Contreras Bustamante, la prestigiada activista guatemalteca y defensora de derechos humanos destacó que, en la historia está el testigo de los grandes procesos democráticos y de defensa de derechos humanos, que han protagonizado distintas generaciones, los cuales debemos reivindicar y defender.

“Fueron grandes consensos que se fueron dando a costa de dolor, de sufrimiento, de censuras y por eso es por lo que, también, después de la Segunda Guerra Mundial, tenemos una tremenda lección en derechos humanos y es la necesidad de la tipificación de los crímenes de lesa humanidad, esos crímenes que ofenden la conciencia humana, que es lo que ocurre cuando se impone el poder establecido”, afirmó.


Al tener conocimiento de estas luchas, incluida la de las mujeres y sus derechos, añadió, se podrán tener más herramientas, principalmente las y los jóvenes, para generar nuevas conciencias para una mejoría en el futuro de la sociedad. “Porque no existe futuro sin pasado y esta es nuestra oportunidad, de hacer nuestras aportaciones al futuro. Tenemos la obligación de construir nuestro futuro con la realidad impactante que tenemos”.

Sobre el papel de la comunidad internacional, particularmente de las Naciones Unidas frente a las grandes crisis humanitarias y de garantía fundamentales, dijo que se trata de un intermediario vital para resolver los problemas que afectan a la dignidad, pero también debe transformarse, sobre todo luego de la pandemia por COVID-19, que nos mostró lo vulnerables que somos.

“La ONU no puede seguir igual como antes de la pandemia, antes de la pandemia tolerábamos ciertos procedimientos que parecía que quedaban en letra muerta, pero hoy no puede ser igual que antes del COVID, ni yo puedo ser igual, porque el COVID nos enseñó que hoy los habitantes somos vulnerables y no hay institución poderosa que venga y en un instante nos salve a todos, por lo que las generaciones que vivieron el COVID, deben proyectar su mirada a futuro”.

La Premio Nobel de la Paz celebró que existan instituciones académicas como la UNAM en donde se ha introducido el estudio del derecho indígena, para reivindicar sus derechos y cosmovisión, por lo que hizo un llamado a que sean más las sociedades que se sumen a ello.

En su intervención, Sergio García Ramírez, profesor emérito la Facultad de Derecho de la UNAM, jurista y expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, apuntó que han habido avances significativos en la materia, con la creación de instituciones nacionales e internacionales que encabezan la defensa y protección de los derechos humanos y ahora es el turno de esta generación para hacerse cargo de las nuevas travesías y batallas por venir.

En la segunda sesión de estas conversaciones temáticas se abordaron algunos de los problemas críticos de la impartición de justicia y la protección a las garantías inalienables en nuestro país, en donde se cuestionó la existencia de las figuras del arraigo y la prisión preventiva oficiosa, que han estado a debate en los últimos meses, tras las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la materia.

“Debemos reformar nuestra Constitución, nunca debimos incluir en la Constitución estos engendros llamados arraigo y prisión preventiva oficiosa, creo que debemos reformar. Ha habido propuestas intermedias para que sean los jueces quienes resuelvan individualmente cada caso; esto sería muy complejo, tardado y dejaría en nuestra Constitución el estigma de la prisión preventiva forzosa”, señaló García Ramírez.

Sobre el mismo tema, Julieta Morales Sánchez, catedrática de la Facultad de Derecho y especialista en Derecho Constitucional y Derechos Humanos, indicó que es inadmisible que hoy en día estas medidas cautelares existan cuando hay otras formas de control y monitoreo electrónico, como las pulseras o las tobilleras.

Y abundó: “Hay que atacar las causas estructurales que producen delitos que son impunidad, corrupción, la falta de oportunidades, de trabajo decente educación de calidad, pero lamentablemente no tenemos una estrategia real en materia de seguridad desde hace muchas décadas, y la presencia de las fuerzas armadas en las calles detonan muchas violaciones a los derechos humanos y es una estrategia sumamente equivocada”.

A su vez, Diego Valadés Ríos, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, comentó sobre los rezagos de la Agenda 20-30 de Naciones Unidas.  Entre los objetivos de esta se considera la reducción significativa de todas las formas de violencia y las correspondientes tasas de mortalidad en el mundo o la reducción significativa de las corrientes financieras y de armas ilícitas.    

En ese sentido, el catedrático universitario subrayó que mientras las proclamas retóricas de Naciones Unidas no se constituyan en normas jurídicas vinculantes para los estados que las suscriban, seguiremos rezagados como con las constituciones de antes de 1921.

“En la agenda del derecho humano al futuro algo muy práctico y muy sencillo que podemos hacer es avanzar en la construcción del Derecho. Así como hemos avanzado en la juridización de la norma constitucional, avancemos en la juridización de las múltiples disposiciones internacionales que ya están ahí, pero que solamente están esperando en ser convertidas, de declaraciones, retoricas en normas jurídicas; y esa es una parte del futuro que nos espera”.

En tanto, la directora del Centro Internacional para la Protección de los Derechos Humanos de la UNESCO, Fernanda Gil Lozano, en enlace virtual desde Argentina, reiteró que en los planteamientos y reflexiones sobre el futuro se debe dar mayor espacio de acción y participación a los jóvenes, quienes serán los tomadores de decisiones.

“El debate sobre el futuro tiene la obligación de dar un espacio a la juventud. Estamos viviendo en la incertidumbre y sabemos que cualquier acción que hagamos tendrá una multiplicidad de consecuencias a lo largo del tiempo”.

Sobre cuáles podrían ser las rutas para transitar de manera efectiva a un planteamiento sobre el futuro están el fortalecimiento del Estado de derecho, pero, sobre todo, que en el quehacer público y político no se quede nadie atrás.